Recuerdos con luna llena.

Recuerdo todos los lugares a los que quise ir contigo,
a los que nunca fuimos, a los que nunca iremos
y a los que volveremos, pero con otras personas.

A los que iremos por primera vez y última,
a los que iremos por primera vez muchas veces
y a los que casi iremos, pero al final tampoco
porque la vida no se pondrá de nuestra parte.

Recuerdo todas las veces que no nos atrevimos
a dar el paso. A preguntarnos a qué colonia olíamos
y a correr hacia la perfumería más cercana
sólo para echarnos el perfume sobre las muñecas
y la ropa y olernos, sabiendo que la distancia seguía
entre nosotros.

Recuerdo que me decías que en tu interior era verano
y yo imaginaba que siempre hacía calor,
que serías mi estufa en invierno y tus labios serían
el mar que me refrescaría la boca al correr por tu arena hirviendo
beso a beso como si fuese paso a paso.

Recuerdo que una vez leí que el regalo no es lo que está dentro
del paquete sino siempre las manos que lo entregan,
y he de admitir que en ese momento no me enamoré de ellas
porque antes de eso las vi bailar sobre 6 alambres
y sentía que se me escapaba la vida cada vez que vibraban las cuerdas.

Reconozco que estoy más triste desde que no eres tú quien me llena,
ni quien me escribe ni el mensaje que me llega.

Reconozco que me he fijado en otras voces, en otros cuerpos
y otros tactos pero ningunos son como los tuyos,
como yo imaginé que eran.

Hoy la luna está llena pero otras noches incompleta.
Y aún así sigue saliendo y aún así el sol por ella agacha la cabeza.

No sé qué significa todo esto,
ni cómo debería sentirme,
pero quizá con el tiempo lo entienda.

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