¿Cómo narices te digo No?
Porque para que nada nos separase, nada nos tendría que haber unido y te convertí en extensión de mi cuerpo, de mis labios, mis manos y mi corazón. Llegué tarde a los contratiempos, firmé con los labios y envolví mis sentimientos, sin leer la letra pequeña que decía que no estarías aquí. Porque dicen que uno no puede deshacerse de aquello que ya está consigo, y por eso me digo que no pero a ti te digo que sí con una sonrisa en los labios, estrellas en los ojos y el corazón dando tumbos montando una revolución. Porque prefiero tu seriedad a la sonrisa de cualquier (des)/conocido, tus idas y venidas aunque provengan de cualquier dirección. Porque te prefiero a ti sin estar que a cualquiera a centímetros, aun sabiendo que es probable que te encuentres a años luz. Porque te prefiero a ti a ratos siempre. A ratos toda la vida. A ratos aunque sea nunca o tan sólo a veces, aunque sea lejos. Y eso me parece terrible. Que no estés cerca, que no te importe, que no te