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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Todos hemos estado rotos más de una vez. Un año después, lo de siempre.

No te rompas... No te rompas... No te romp... ¡Chas! Me rompí. No te acabes... Y al final caducas. No te vayas... No me fui. Todos hemos estado rotos alguna vez, aunque esta vez, más veces. ¿Por cuántas personas tengo que romperme para que alguien me quiera reconstruir? Si yo sola lo he intentado mil veces y nunca lo conseguí. Pensé que quizá tuviste que romperme para que creciera y cicatrizase mejor pero no. No paro de supurar. Mi terciopelo ya no está suave. Mis ganas no quieren más. Tus huesos me dan igual, tus besos quieren saberme mal, mis ojos ya no quieren esperarte. Amanece esperando que me hables, atardece y anochece, y se pasa la vida esperando una respuesta. Porque a veces, ni aunque llegases siempre tarde, yo debería estar esperando. No quiero salir de un clavo y entrar en otro, no quiero clavarme más clavos. No quiero más escombros. Todos hemos estado rotos alguna vez, aunque esta vez, más veces. Un año después, lo de siempre. Todo

Peor que el alcohol.

Me sientas peor que el alcohol porque me mantienes en resaca durante más de veinticuatro horas. Es algo que no sé cómo evitar... ¿Quién comprende a los sentimientos? Tengo una teoría que no se cumple nunca, una sonrisa anclada a mis mejillas; tengo unos labios sellados a un cuello de botella y unos ojos que me han recordado sin saber quién soy. Y también te tengo a ti, en un recuerdo atado con cicatrices, junto al arte de tus manos, a una playa en diciembre. Y también nos tengo a nosotros paseando junto a todo ese azul, prefiriendo antes oír tu respiración que el romper de las olas. Y aunque me sientes peor que el alcohol, prefiero beberte a morro; porque tienes un beso a-h-í... Y yo no me puedo acercar más.

A ver cómo te digo.

Déjame encontrar las palabras para saber cómo decirte que me conquistas la vida cada vez que mueves los labios. Porque a ver cómo te digo que empiezas a no caberme dentro del cuerpo y te expandes llegando a todos mis órganos. Porque a ver cómo te digo que me saques a bailar para poder explicarte con los pies lo que con mi voz callo. Porque a ver cómo te digo que quiero que rías hasta que te duelan las mandíbulas y tus ojos ya no lloren más. Porque a ver cómo te digo que la vida me pone el corazón a prueba, y que ojalá fueras un libro. Y que la próxima vez que te vea, tú de mí ya no te acordarás.

Lloraría sonriendo.

La taquicardia de anoche llevaba tu nombre y lo supe conforme entraste por la puerta. La vida venía con ganas de revolución y aunque no te dieras cuenta, pusiste mi vida patas arriba con tu sonrisa de oreja a oreja. Te encontrabas tan lejos y a la vez tan cerca, que no sabía si acercarme o seguir mirándote con detalle para tenerte entero en mi cabeza. Te alejabas y parecíamos Europa y América y entre nosotros un millón de personas haciendo de océano Atlántico. Te adueñaste de mis ojos y parecías el norte que busca siempre mi brújula. Me perdía en tu cuerpo, tu mirada, en nuestro choque visual de forma disimulada... Dudé un segundo pero me lancé al vacío que existe entre decirte algo o no decirte nada, porque sabía que si te perdía de vista, me quedaría con las ganas. Y me di por perdida porque me sentí ganada y pensé que te había perdido entre el océano. Pero entonces, entre la gente, entre todo ese Atlántico que había entre nosotros, tus ojos buscaban

Hoy no.

Hoy no estaba para mirarte, ni para admirarte, ni hacerte arte. Hoy no. Hoy no estaba para ti, tampoco para nadie. Y no sé cuándo volveré a encontrarte pero hoy no. Quizá tuviste que romperme para que creciese mejor como la enfermera que deja en carne viva la herida para que así cicatrice. Pero lo cierto es que estoy creciendo torcida y tropiezo con cada piedra que me encuentro en el camino. Y no sé si volveré a verte, si el mundo volverá con sus casualidades y nos reunirá de nuevo. Hoy sólo sé que hoy no.

Al menos eres feliz.

En forma de uve los pájaros vuelan mejor y tú sabías volver hasta que decidiste no hacerlo. Perdido en sus labios se te ve bien, en el universo de sus ojos, embriagado por su olor. Te cuidará bien, mejor que yo, lo sé porque se te nota en las manos que ya no pasan frío; sino calor. Estaré bien y esta herida con el tiempo curará, no te preocupes. Me diste más de lo que me ha dado nadie, y eso, sin estar. Me hiciste sentir plena, que alguien había, pero no para mí. Al menos eres feliz, que es mejor que estar los dos tristes... Al menos con eso me conformo yo.

El sur.

Recuerdo el sur y su calor, casi tanto como te recuerdo a ti. Recuerdo aquellas canciones que olían a sal y que hacían girar los volantes de mi falda mientras todo olía a lavanda y tus ojos me miraban como si todo siguiera igual. Recuerdo que el tiempo volaba y yo contigo al atardecer, como pájaros agitando sus alas sobre el naranja que anuncia el fin y la muerte del sol naciente. Recuerdo que cada vez te agarrabas menos a mí, que ya no te importaba derrapar. Mis curvas ya no eran para ti; te ibas a soltar. Recuerdo que me quisiste mal, con el corazón en un pozo que parecía que no vería más la luz. Supuse que no podías quererme mejor porque tu ausencia siempre rompía el cristal que había entre los dos. Llegaba de golpe sin avisar, tal y como lo hacías tú. Recuerdo el sur; todo tu rojo y todo mi azul. Recuerdo que pensaba cada día que tú eras el sudor que me recorría el cuerpo, que de alguna forma me tocabas. Que aún me seguías sintiendo. Recuerdo que m

Me llamaba.

Me llamaba "chiquilla" y yo no sabía dónde meterme si no era entre sus manos. Me llamaba por mi nombre, y no había pareja de baile más perfecta que la que formaban mi nombre y sus labios. Me miraba y tenía la cara llena de besos, la boca llena de abrazos y aquella noche los fuegos artificiales brillaban en sus ojos estrellados. Me llamaba, me giraba... y las eles salían por la puerta bailando.

Beso a beso.

Tengo tantas ganas de besarte que el día que lo haga lo voy a hacer despacio, muy despacio, para que beso a beso se pase toda la noche y "toda la noche" sea "toda la vida". Porque quiero que hasta los garbanzos me recuerden a tu ombligo y que tus labios sean un columpio para columpiarme en tu sonrisa. Porque quiero que seas el aire que inspire en enero y que tus colmillos de lobo feroz me marquen el cuello mientras me llamas Caperucita. Y porque quiero que tu corazón me señale con el dedo, que tus ojos miel tengan sabor, y que mi nombre encuentre su casa en tu saliva.

Ni siquiera los árboles nos separaban.

A M. por no soltarme en Madrid. Por ser, estar, existir. He caminado pasito a pasito por las curvas de tus manos. Me he bañado en tus ojos, he dormido en tu boca y me he perdido por el bosque de eucaliptos de tu pelo. Me he escondido en tu ombligo, me he sentado en tus clavículas a jugar a las cartas y he protegido tus heridas para que no se infectaran como si fueran mi vientre y albergaran un hijo tuyo. He aprendido a leer en braille con tus lunares, saltado en los charcos de tus lágrimas y jugado a la rayuela en tu espalda. Agarrada a tu brazo zigzagueábamos al mundo, y ni siquiera los árboles nos separaban.

Con el tiempo todo esto curará.

Con el tiempo todo esto curará. Cambiaré mis sentimientos, los invertiré. Los convertiré en contradicción y nadie lo entenderá. Los cambiaré por ti para que no me duelas más; invertiré este sentir, este pesar que me mata al respirar, por el recuerdo más cálido de todas tus sonrisas. Recordarte es un dolor, un cuchillo clavado en mi piel; en mi garganta, en mi cadera, dejando la sangre fluir derramándose hacia el suelo por efecto de la gravedad. Recordarte es un escalofrío, un sudor frío; un adiós, no vuelvas más. Recordarte es un temblor en la mayor quietud y tranquilidad. El disparo que espanta a los pájaros, un muerto vivo en un funeral. Convertiré todo este dolor en color porque cuanto más te quiero olvidar, más te recuerdo. Y porque cuanto más te quiera recordar, te iré olvidando con el tiempo. Recordando te olvidaré. Será así la contradicción. Modificaré el sentimiento y ya no habrá dolor. Y con el tiempo todo esto curará.

Recordar siempre se me dio bien.

Siempre me enamoro del primero que me toca la guitarra delante de los ojos, y me da las gracias como si nos hubiésemos conocido en sueños. Por eso quizá me haya cansado de los lazos que unieron, y nos unen todavía. Por eso quizá los deshaga para no volverte a ver, pero ambos sabemos que tratándose de ti, sé mentir bien. Porque antes sonaba tu nombre y quería sacarte de mis oídos. Y ahora lo pronuncio para que estés. Para que vuelvas y estés entre mis dientes y no te esfumes al hablar. Quizá me haya cansado de tus lazos y me aprieten, pero no te quiero olvidar. Lo he querido muchas veces pero ya no puedo más, tú eres más fuerte. Tú eres quien lo ha logrado al final. No abriré las ventanas para que salga esta enfermedad por si te escapas otra vez o tu aroma en el ambiente convertido en polvo. Te dejaré crecer conmigo, en forma de suspiro como un fantasma. No quemaré tus libros, no emborronaré tus palabras; no dejaré de llamarte por tu nombre ni de recordar tus

Todo esto me volverá a ocurrir.

Alteraste y deformaste mi corazón como un hola y adiós en un portal. Sin un "¿mañana nos vemos?" ni beso previo. Echaste la puerta abajo de mi parcela, la pisoteaste sin darte cuenta y te marchaste dejando tus huellas y todo embarrado. Mis ilusiones son de cera y se derritieron con tu calor, con tu sonrisa de oreja a oreja y el baile de tus manos. Me conquistaste y me rompiste el corazón con sólo ser y yo no pude hacer nada para evitarlo; si te cedí todos mis bienes cuando te sentí agarrado a mi cintura y creí que ahí había algo. No había nada, como siempre. Tampoco eras tú, ni nadie. Nunca. Supongo que te agarras a todo lo que encuentras por si se produce un terremoto, o nunca has chocado con alguien que pierde la cabeza por unas manos y unos ojos, por unos lazos que se estrechan y ahorcan hasta quedarse sin pulso. Me imaginé escondida en tu barba de vikingo y sentí que levitaba con el humo del cigarro que te besaba en la boca que te sabía a las t