Recordar siempre se me dio bien.

Siempre me enamoro del primero
que me toca la guitarra delante de los ojos,
y me da las gracias como si nos hubiésemos conocido en sueños.

Por eso quizá me haya cansado de los lazos que unieron,
y nos unen todavía.
Por eso quizá los deshaga para no volverte a ver,
pero ambos sabemos que tratándose de ti,
sé mentir bien.

Porque antes sonaba tu nombre
y quería sacarte de mis oídos.
Y ahora lo pronuncio para que estés.
Para que vuelvas y estés entre mis dientes
y no te esfumes al hablar.

Quizá me haya cansado de tus lazos
y me aprieten, pero no te quiero olvidar.
Lo he querido muchas veces
pero ya no puedo más, tú eres más fuerte.
Tú eres quien lo ha logrado al final.

No abriré las ventanas para que salga esta enfermedad
por si te escapas otra vez o tu aroma en el ambiente convertido en polvo.

Te dejaré crecer conmigo, en forma de suspiro como un fantasma.
No quemaré tus libros, no emborronaré tus palabras;
no dejaré de llamarte por tu nombre ni de recordar tus pestañas.

No dejaré de buscarte entre mástiles de guitarras,
ni en manos venosas ni en sonrisas a medias,
ni en lunares que parecen planetas.

Te olvidaré de otra forma
porque recordar siempre se me dio bien.


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