Entradas

Mostrando entradas de junio, 2016

A veces lo agradezco.

A veces agradezco que no me hables. De verdad lo hago, y es probable que por ello esas veces no me entienda ni yo misma. A veces agradezco que no me escribas de carrerilla, con las ganas de leerme entre las manos porque mi corazón no sabría esconderse en las trincheras y se revolucionaría con tu guerra, se ilusionaría, y tus intenciones me lo partirían a pedazos. A veces agradezco que no me hagas ciertas preguntas, más aún insinuantes, porque no me quedarían labios que morder por no decirte lo que pienso y andar buscando más excusas e inventando. Cuestiones como que por qué escribo tan triste, que cómo es que nadie me gusta, que por qué tengo así los labios y te busco por las calles. A veces agradezco que no me preguntes qué voy a hacer cierto día por si no pretendes llevarme a algún lado y yo me pongo mi vestido favorito, y me dejo el pelo suave, y me pongo guapa de algún modo y me dé cuenta después de que no vienes. Que tampoco lo pretendes, que tan sólo p

Lo que mereces.

Por ti no fui capaz de nada. Sólo de esconderme, echarte de menos y quererte aunque tú no lo creyeras. Por ti no fui capaz de viajar, de soñarte despierta y vivirte muy cerca sintiendo tu aire entre mis dientes. Por ti jamás lo fui, jamás me conseguiste de ese modo, pero por él soy capaz de tantas cosas que nunca antes habría imaginado. Capaz de bordear un país a nado, de dormir debajo de una tormenta aunque les tema y casarme con la muerte si pudiera. Porque convierte los días en viernes, el amor en un baile de disfraces y la vida en una fiesta. Por ti habría llenado cuadernos enteros pero no fui capaz de escribirte con mi puño y letra y besarte con bolígrafos del rojo de mis labios. No fui capaz porque no lo merecías antaño; y ahora tampoco debería dejarse la vida un pájaro en un cristal por sólo verte. Ni un pez debería dejarse morir en tu acuario, ni un gato debería volver a tu puerta, ni una gata humana a arañarte la piel con orgasmos. Tan sólo m

Te estoy esperando.

Te he estado esperando como se espera a las cosas que uno sabe que no van a volver en la vida. Te sigo buscando por calles, bares y ruinas pero tus colillas ya no existen sobre el asfalto. He imaginado que pasaba y sonreías y me retenías entre tus brazos y te enredabas a mí como una madreselva y trepabas y reptabas como planta y serpiente como si yo fuese fachada, casa o edificio. Y he creído que algunas noches te oía aullar como los lobos por mí como si me hubiese convertido en luna, sin saberlo. Y he sentido en la noche al desvestirme que tus manos suavemente me quitaban el vestido, con la calma de la brisa y la paz de una playa a solas en la noche. Y me he visto llorar por las esquinas en las que te busco sin descanso y me he despertado con la marca de tus colmillos en el cuello, como un licántropo de la noche, bestia en celo hambrienta de erotismo. Y aún te sigo buscando, te estoy esperando, con los brazos abiertos y el pecho encendido.

Desde aquella noche.

No lo soñé porque aquella noche ocurrió. Ocurrió mientras el mundo se paraba entre nuestros ojos. La luna se encontraba a medias, con su sonrisa traviesa y su vestido de luces cubriendo como un manto el cielo oscuro. La luna brillaba dibujando una sombra blanca, yendo al revés del mundo, sobre el mar. Tus ojos centelleaban en la oscuridad y una multitud de fuegos artificiales brindaba en el cielo, y crecían y morían y antes de ello bailaban en tus ojos que estaban puestos fijos en los míos. Tu espalda parecía de seda, y entre caricia y caricia con las yemas de mis dedos sentía que podía acariciarte la vida incluso si me dejaras. Ahora que te noto lejano, que te quiero morder las mejillas y besarte en los labios, he llegado a creer que soñé aquella noche. Pero no lo soñé porque aquella noche ocurrimos, y desde aquella noche tan sólo a ti te quiero mirar.

Ya no lo creo tanto.

Mi abuelo un día me dijo que este mundo es un enredo, y yo le creí porque es mi abuelo. Yo le creí porque ha vivido sus años y porque le creo sabio y que sabe lo que dice porque lo ha sentido de verdad. Yo lo creí en su día pero ahora no lo creo tanto. Mi abuelo es un ser humano y el ser humano se equivoca. Como tú y como yo. Como yo al elegirte sin quererlo, como tú al no mirar en mi dirección. No sé si el mundo es un enredo, ya no lo creo tanto, porque nosotros no lo estamos. No te veo, no te siento. No estamos enredados aunque este mundo sea tan pequeño y me cuesta tanto coincidir contigo que para verte tengo que cerrar los ojos, para verte en sueños.

Si quieres te cuento.

Si quieres te cuento... Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si me hubieras dicho "amor" desde un principio. Que quiero ver atardecer contigo y que el sol intente hacerte sombra y no pueda. Leerte la vida en voz alta, contarte con detalles todo lo que sueño contigo y que parece que cuando sonríes feliz se te apipa un ojo como a mí se me achina la vida cada vez que te veo. Que por mucha guerra que me montes, después me miras y es todo paz. Es todo mar en calma. Si quieres te cuento también, por ejemplo, que ayer te imaginé tocando la guitarra con una pierna subida. Tenías los dedos bailándote sobre las cuerdas y los rizos bailándote en el aire. Si quieres te cuento lo bonito que fue tenerte "escribiendo..." y que quiero quedarme a dormir en tu espalda mientras el viento me acaricia. Y que volveré a escribirte el día que te vea y que espero que ese día llegue pronto porque quiero verte... aunque tú no quieras.

Sueños.

Hace un tiempo volví a soñar contigo. Eras tú con poca barba, bebiendo cerveza, jugando al billar vestido a rayas. Eras tú y yo te miraba sin saber disimular, y quitaba y te ponía la mirada encima de forma tan descarada, cincuenta veces en un mismo segundo. Tú también me mirabas pero veías más pared que persona, más a la nada que a mí y tampoco sé si había alguien detrás. Eras tú y yo te miraba y no sabía con qué cara hacerlo, pero tan sólo eso quería; mirarte y no apartar de ti la vista y disfrutar de cada milímetro tuyo. Observarte con los ojos encendidos, como quien disfruta de un museo en soledad y lo tiene todo para sí mismo. Admirarte, sin poder tocarte, porque me arderían los labios si te rozase la cara. Ayer volví a soñar contigo. Me llenabas de besos el cuello y de caricias los brazos. Nos escondíamos juntos y el mundo no importaba, el mundo éramos nosotros y lo demás tan sólo era un decorado y un sinsentido; los demás tan sólo eran fantasmas.

Te voy a.

Te voy a atar a mis costuras para que no puedas moverte, no te vayas, no te puedas alejar. Te voy a guardar en mis comisuras  para que no te lleve el aire ni tampoco te pueda besar. Te voy a amar, adorar, soñar,  besar, morder, lamer, hablar, beber, querer, saborear, rozar, abrazar, mirar, querer. Te voy a tener en mi regazo en las  madrugadas para no notar que el mundo es más extraño cuando se difumina tras tus pestañas. Porque como yo te voy a, nadie. Y como yo te he, nadie te va a, ni siquiera un poco.