Hablemos del odio con el que te quiero. Porque te quiero más que te odio. Por eso te quiero... Y no te odio.
Hablemos de lo imposible que es coincidir contigo en el espacio. También del tiempo que llevamos sin hablarnos. Hace mucho que las máquinas de escribir no se calientan con el roce de tus dedos escribiendo sobre nosotros, escribiendo sobre mí. Hablemos de lo difícil que es echarte a un lado y seguir avanzando sin acordarme de ti cada vez que me miro las manos. Dime qué puedo hacer si no dejas de alejarte todo el rato. Si me pinchan en el costado todos los acordes que grababas para mí. Si ya no tengo el corazón vallado como antes, el muro de hormigón se fue cayendo a pedazos cada vez que tus palabras no iban para mí. La valentía se escapó de mis labios para colarse en los tuyos y besarte por fin. Ahora tropiezo con cada piedra que sale a mi paso y odio no encontrarte aquí. Odio extrañarte como te extraño, odio haberte grabado en mi regazo. Odio que me lanzases desde lo más alto y dejases impactar mi huesos contra tus huesos, mis versos contra tus cuerdas,