En negrita, cursiva y subrayado.
Dijo que algún día me apuntase el darme una vuelta, o dos, o tres, y desde entonces mi cabeza da vueltas en forma de sueños que nunca se cumplen. Y de tanto soñar ya sé que no va a volver. Que no me dará vueltas reales. Ni en moto ni de la mano. Y si supiera que tan sólo me basta el quedarnos muy quietos, en una esquina, en un escalón o en el suelo sentados, para que me dé vueltas su risa y esa forma tan onírica de reír... Pero es algo que no puedo contarle. No porque no quiera ni me atreva a hacerlo ni me muera después, sino porque cerrará su boca con llave y no sabré si por dentro algo se le habrá incendiado. Pero si supiera que me da vueltas su risa, me habría dicho que mejor se lo apuntaba él, en negrita, cursiva y subrayado.