Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2016

En negrita, cursiva y subrayado.

Dijo que algún día me apuntase el darme una vuelta, o dos, o tres, y desde entonces mi cabeza da vueltas en forma de sueños que nunca se cumplen. Y de tanto soñar ya sé que no va a volver. Que no me dará vueltas reales. Ni en moto ni de la mano. Y si supiera que tan sólo me basta el quedarnos muy quietos, en una esquina, en un escalón o en el suelo sentados, para que me dé vueltas su risa y esa forma tan onírica de reír... Pero es algo que no puedo contarle. No porque no quiera ni me atreva a hacerlo ni me muera después, sino porque cerrará su boca con llave y no sabré si por dentro algo se le habrá incendiado. Pero si supiera que me da vueltas su risa, me habría dicho que mejor se lo apuntaba él, en negrita, cursiva y subrayado.

Este mundo de locos.

No sé si he soñado contigo o te has dado un paseo por mis sueños sin pretender dejar huella. Pero llevo dos noches soñando contigo y despierto con tu mirada fija clavada en mis pupilas y la piel erizada como si la hubieses rozado. Y me pregunto por qué no sueñas conmigo cuando yo sí lo hago, para que me sientas a tu lado al despertar y el resto del día me eches de menos. Pero te sueño y no me sueñas y me muero de dos formas a la vez. Y también te pienso, todo el maldito rato. También te pienso porque pensar en ti me ha traído de vuelta a este mundo de locos que escriben lo que piensan, que sueñan lo que escriben. Que sienten con las manos, como yo.

A ti.

¿Por qué tu? ¿Por qué no yo? ¿Por qué me permito soñar contigo? ¿Por qué dedicártelo todo? Desde llantos hasta suspiros. ¿Por qué a ti y no a mí? Tú que no estás nunca, yo que estoy siempre. ¿Por qué no puedo escribirme a mí misma? ¿Y por qué si lo hago es por ti? Y eres tú. ¿Por qué dedicártelo todo? Los versos malditos, los besos no dados. ¿Por qué escribírtelo a ti? Aquello que tus ojos no tocan, aquello que no sienten tus manos. ¿Por qué siempre a ti? Pues verás, es sencillo. A ti porque no hay otro, a ti porque me puedes. A ti por ser de la manera en que tú eres, y eso que no eres para mí.

Te juro que no vuelvo.

Deberías aprender a no esconderte, a decir las cosas tal como son porque las mentiras siempre duelen más si están teñidas de azul o cualquier otro color. Deberías aprender a poner las manos antes de romper, a rozar levemente diciendo adiós; un adiós que brota en los ojos y acaba silenciado en los labios. Deberías aprender a decirme lo que hay tal como es, lo que no hay y nunca podrá ser entre nosotros. Porque tengo demasiadas ilusiones por segundo dando vueltas a tu alrededor, que se marean por no quedarte quieto ni un segundo. Deberías aprender a cortarme las alas y desmaquillarme el corazón, que estoy cansada de que Cupido siempre apunte en cualquier dirección. Ahora te ha tocado a ti, pero dentro de un tiempo no serás tú. Tampoco te lo creas tanto. Deberías aprender a matarme las ganas que me crecen antes de ni siquiera querer ver cómo se estrellan. Deberías aprender a decirme algo, aunque sea que me vaya porque te juro que no vuelvo, aunque me duela.

El corazón como el café.

El corazón como el café también se enfría. A veces imagino que me invitas y no llegas y el camarero me avisa de que tiene que echar el cierre. Y me entra la locura de esconderme en una esquina y esperarte sabiendo que no vas a aparecer. Y otras veces imagino que apareces y el corazón empieza a hervir, que la piel se me derrite como la cera de una vela y al rozar mejilla con mejilla te dejaré una quemadura. Y me sube la felicidad de golpe como el alcohol cuando no he probado bocado porque sólo tengo hambre de ti. Porque sólo me sacias tú, o eso imagino, y me matas de hambre. Y me matas y te olvidas de que llevas mucho tiempo sin verme, y pienso que ya se te habrán olvidado mis pupilas. Porque llevo más de un mes sin fumarme ni beberme tu aire en el ambiente y tengo mono de ti. Y te echo de menos a la vez. A la embriaguez de verte, pero no al tembleque de pestañas y taquicardias mal llevadas que no llevan a ninguna parte. Y no recuerdas cuándo fue la ú

"No eliges la lluvia que te va a calar hasta los huesos."

Una vez alguien me caló tan profundo que aprendí a vivir bajo un diluvio con una pulmonía abrazada a los pulmones. Tardé años en secarme y que acabara aquel deshielo, aunque aún hay días que me noto por dentro como si mi corazón tuviese goteras y me hubiesen salido humedades en la piel. Y llegué a creer que ya casi estaba seca, hasta que apareciste tú como un aguacero y no me diste tiempo a protegerme ni a agarrar el paraguas con fuerza. Fue como caer en unos brazos que no estaban ahí para agarrarme pero evitarlo fue imposible cuando sabes que al mirar a alguien de forma distinta ya te has perdido para siempre. Y me invitaste a una copa que yo rechacé porque los te quieros se me habrían quedado pegados en los vasos; pero lo que tú no sabías es que ya me había bebido hasta el poso de tus ojos. Lo que tú no sabías es que ya me habías invitado al verte sonreír porque me embriagaste en cuanto moviste los labios y llegué a creer que mientras me mirabas, por un mome

Me pasa.

Me pasa que quiero hablarte pero no contestas, y me dejas en "visto" sin verme, y te marchas y te olvidas. Me pasa que quiero verte y no sé dónde estás; que quiero verte y a la vez no quiero porque de todo a lo que no encuentro explicación, eres tú lo más inexplicable. Me pasa que me apetece conocerme todas tus calles de memoria; sin yo saberme las de la ciudad en la que vivo. Y que derrumbes todas las barreras que me impiden ver tu mundo. Me pasa que tus manos se mueven como arañas entre mis recuerdos, tejiendo telarañas en cada recoveco de mi memoria. Me pasa que creo que conduces todas las motos que escucho y eres cualquier motorista y cualquier conductor. Me pasa que hace un mes que no te veo y me está pareciendo tres vidas; que me pregunto si los vasos cobran vida cuando posas tus labios sobre ellos para beber, si todo lo que tocas siente el mismo cosquilleo que provocaron tus manos en mi cintura. Me pasa que me pregunto si tus ojos cuando du