Te juro que no vuelvo.

Deberías aprender a no esconderte,
a decir las cosas tal como son
porque las mentiras siempre duelen más
si están teñidas de azul o cualquier otro color.

Deberías aprender a poner las manos antes
de romper, a rozar levemente diciendo adiós;
un adiós que brota en los ojos
y acaba silenciado en los labios.

Deberías aprender a decirme lo que hay
tal como es, lo que no hay y nunca podrá ser
entre nosotros.

Porque tengo demasiadas ilusiones por segundo
dando vueltas a tu alrededor, que se marean
por no quedarte quieto ni un segundo.

Deberías aprender a cortarme las alas
y desmaquillarme el corazón, que estoy cansada
de que Cupido siempre apunte en cualquier dirección.

Ahora te ha tocado a ti, pero dentro de un tiempo
no serás tú. Tampoco te lo creas tanto.

Deberías aprender a matarme las ganas que me crecen
antes de ni siquiera querer ver cómo se estrellan.

Deberías aprender a decirme algo,
aunque sea que me vaya porque te juro que no vuelvo,
aunque me duela.

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