Siento.
Siento porque forma parte de mi terciopelo, de estas ganas locas que hacen volteretas y se desesperan por volverte a ver. Y reconozco que soy una idiota que se muere de hambre por quien no le da de comer. Ahorco a mis ganas con la soga de palabras que te escribo, diciéndote que echo de menos verte; sabiendo que tú no serás capaz ni siquiera valiente de escribirme lo mismo. Y en el fondo lo sé y aun así me dices que echas de menos otras cosas. Y yo no necesito saberlo; si no me echas de menos no contestes. Si no se te incendia ni un rincón de tu pecho al pensar en mí o escuchar mi nombre, no me hables de besos, ni siquiera me preguntes. Yo no sé ser consciente de que pierdo el tiempo contigo, porque te miro la boca y veo la vida pasar. Y la vería a tu lado si quisieras, o dejaría de verla por no poder dejar de mirarte. No tengo palabras que me crezcan porque no me riegas. Y mis hogueras intentan protegerse del frío, y no apagarse. Porque es f