Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2017

Siento.

Siento porque forma parte de mi terciopelo, de estas ganas locas que hacen volteretas y se desesperan por volverte a ver. Y reconozco que soy una idiota que se muere de hambre por quien no le da de comer. Ahorco a mis ganas con la soga de palabras que te escribo, diciéndote que echo de menos verte; sabiendo que tú no serás capaz ni siquiera valiente de escribirme lo mismo. Y en el fondo lo sé y aun así me dices que echas de menos otras cosas. Y yo no necesito saberlo; si no me echas de menos no contestes. Si no se te incendia ni un rincón de tu pecho al pensar en mí o escuchar mi nombre, no me hables de besos, ni siquiera me preguntes. Yo no sé ser consciente de que pierdo el tiempo contigo, porque te miro la boca y veo la vida pasar. Y la vería a tu lado si quisieras, o dejaría de verla por no poder dejar de mirarte. No tengo palabras que me crezcan porque no me riegas. Y mis hogueras intentan protegerse del frío, y no apagarse. Porque es f

No nos quedan más febreros / Las mías y las tuyas.

De ti diría, como escribió Lorca, que me arrastraste "como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo" y me hubieras arrastrado "siempre, siempre, siempre...". Que me dejé arrastrar por ti, por el baile en tus pupilas, por el trazo sinuoso y delicado del roce de tus manos  al hacer contacto con mi piel. Pero no estamos en sintonía y dudo que algún día podamos estarlo. No nos quedan más febreros, ni siquiera hay cabida en tus calendarios para mí, mientras yo te entregaría  mis cuatro estaciones, mis años bisiestos. Es cierto que me incendias y broto como las flores conservando toda la luz que nace cuando coincidimos, pero también me consume que no me pienses, que no me sientas, que no seas para mí. Frida decía: "Donde no puedas amar no te demores"; pero yo siempre amo allá donde voy,  en cada letra y pestañeo, y no me sirve que no me amen porque probablemente nunca lo harán. Mejor diría qu

Lo reconozco.

Lo reconozco, anoche te hubiera seguido si así lo hubieras querido hacia donde tú quisieras, como si del fin del mundo se hubiera tratado. Pero no quiero abandonarme más a ti, a tu inconsciencia, a tu desinterés por mí innato; no quiero destinarme más al abandono, al pensarte y darte vueltas. Lo reconozco, cualquier otra noche lo hubiera deseado. Y si lo pensase ahora de nuevo, lo desearía, y me vería encaminada con los ojos cerrados hacia tu cuerpo. Es por eso que prefiero no pensarte, no pensarlo; es por eso que prefiero no desearlo, no hacerlo, que no me apetezca. Decir rotundamente "no" antes de pensar en tu boca, cerrarme en banda, coserme el canal del pecho para que no pueda sentirte a pálpitos, para que no puedas entrar siquiera. Porque lo reconozco, cuando estás cerca me abandono a ti y tú dejas que me pierda; porque me sentí arrastrada y te enjaulé en mi pecho. Y revoloteas como un pajarillo que desea acariciar el alba con sus aleteos c

EL MUNDO NOS NECESITA.

11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Yo estudié ciencias, me interesaban, y me atraía la rama sanitaria. Por eso entré a una carrera de la salud y estudio Nutrición Humana y Dietética. Así que estoy estrechamente unida a la ciencia, los laboratorios, las batas blancas, la investigación. Estoy segura de que muchas niñas en este mundo no pueden estudiar ciencias porque sus padres no quieren que lo hagan, porque las predisponen a otras profesiones que van a consumir sus ganas, con la idea de que no están hechas para la ciencia y no hay hueco para ellas allí. A lo largo de la historia, en la gran mayoría de los procesos de investigación, de las creaciones que conducen a premio Nobel, de los descubrimientos, como mínimo ha habido una mujer detrás. Puede que sí o puede que no detrás de unas gafas, durante largas horas pendiente de un microscopio, del cielo, de números y diversos cálculos. Y otras muchas, que escribieron, que pensaron en lo que podrían r

Pero ninguno de tu boca.

Me preguntas si por tu cumpleaños podría regalarte un beso, y después de un año pidiéndomelo sigo sin saber a qué beso te refieres. Te diría que ya he escrito sobre eso, y que no sé si quieres que te bese en los labios, en la cara o en el cuello; pero que ya tenemos unos cuantos pendientes y a ver si le ponemos remedio. Yo también quiero que me beses pero no te lo digo porque creo que no quieres y tan sólo es algo que le dices a todas. No sé si tienes ganas de verme, si de verdad quieres ese beso, porque si por mí fuese te besaría a todas horas. Veintiséis besos en la cara esos tienes por ahora, por el cuerpo te cabrán más de doscientos. Y si te besase lento tendrías que perdonarme las pausas porque no me lo estaría creyendo. Me preguntas si por tu cumpleaños podría regalarte un beso, y yo te pregunto si no has recibido ya demasiados. Y aunque no me contestas, todo cambiaría si me dijeras "pero ninguno de tu boca, y eso es todo lo que quiero&qu

Echarte de menos.

Crees que no te echo de menos, que si algo echo de menos es si acaso a tus abrazos, y no sabes que para mí eres mucho más que eso. Porque callo y te pienso, y te escribo en secreto, y aunque me muero por correr hacia tu encuentro, te espero con mis ganas. Eres mucho más que los abrazos que me das, aferrándote a mi cuerpo, haciéndome sentir a salvo, siendo la definición perfecta de hogar y casa. Eres mucho más que tus brazos, tus ojos, tus manos, tu cuerpo; aunque me atonten cuando pasas y sienta que voy a desfallecer en el suelo. Eres mucho más que lo que me provocas, aunque me cortes el aire y me atravieses los pulmones con cuchillos afilados como si fuese un cúmulo de caricias provocadas por el tacto suave de una pluma. Eres todo lo que ocurre cuando te veo la cara, abres la boca, me muestras los dientes y me acerco a tu cuerpo. También todo lo que pasa cuando no nos estamos viendo, cuando me provocas taquicardias con palabras, me embelesas con ac

Cuando tú naciste cambió el mundo.

Naciste el día de la marmota y juraría, que antes de ti el mundo era la misma sucesión de pasos y sucesos desde la apertura de ojos hasta la bajada de persianas. Pero entonces tú naciste en un febrero que parecía ser eterno, entre el frío y el nácar, entre la miel y la hoguera y los pájaros empezaron a cantar distinto. Desplegaste las pestañas como si de alas se tratara, como si fueses a salir del nido y volar con la mirada. Abriste los ojos y nadie lo creía, el cielo era distinto, el sol brillaba con más fuerza para poder verte la cara. Porque cuando tú naciste cambió el mundo, o al menos eso juraría.

Siempre te voy a estar queriendo.

Hace trece años nunca había perdido a alguien por primera vez. De todos modos uno nunca se acostumbra a perder a un ser querido. Nunca se acostumbra a la extirpación que ello supone. Al vacío que causa irremediablemente. Al dolor en el pecho en forma de maraña. Y tampoco era él alguien cualquiera, era mi abuelo. Quizá no me recordara, quizá el Alzhéimer me barrió de su cerebro, de sus neuronas, pero recuerdo el cariño en su voz cuando me cantaba y me llamaba "rapacina". Y si hubiese podido, en vez de vino o agua, te habría elegido a ti por siempre para poder conocer al hombre que fuiste antes de que la enfermedad ocupara tu cabeza y empezase a desmontarlo todo como si fueras a mudarte. Como si acaso quisieras hacerlo. Hay llamadas que hacen los ojos añicos. Hay instantáneas en los ojos que jamás se van, pasen cinco años, pasen siete o pasen trece. Recuerdo que mi madre me avisó una noche, crucé el pasillo y vi a mi padre llorar tapándose la cara. Poco tiempo