Cuando tú naciste cambió el mundo.

Naciste el día de la marmota
y juraría, que antes de ti
el mundo era la misma sucesión
de pasos y sucesos
desde la apertura de ojos
hasta la bajada de persianas.

Pero entonces tú naciste
en un febrero que parecía ser eterno,
entre el frío y el nácar,
entre la miel y la hoguera
y los pájaros empezaron a cantar distinto.

Desplegaste las pestañas
como si de alas se tratara,
como si fueses a salir del nido
y volar con la mirada.

Abriste los ojos y nadie lo creía,
el cielo era distinto,
el sol brillaba con más fuerza
para poder verte la cara.

Porque cuando tú naciste
cambió el mundo,
o al menos eso juraría.

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