Lo reconozco.

Lo reconozco,
anoche te hubiera seguido
si así lo hubieras querido
hacia donde tú quisieras,
como si del fin del mundo se hubiera tratado.

Pero no quiero abandonarme más a ti,
a tu inconsciencia, a tu desinterés por mí innato;
no quiero destinarme más al abandono,
al pensarte y darte vueltas.

Lo reconozco,
cualquier otra noche lo hubiera deseado.
Y si lo pensase ahora de nuevo, lo desearía,
y me vería encaminada
con los ojos cerrados hacia tu cuerpo.

Es por eso que prefiero no pensarte,
no pensarlo; es por eso que prefiero
no desearlo, no hacerlo, que no me apetezca.

Decir rotundamente "no" antes de pensar
en tu boca, cerrarme en banda,
coserme el canal del pecho para que no pueda
sentirte a pálpitos, para que no puedas entrar siquiera.

Porque lo reconozco, cuando estás cerca
me abandono a ti y tú dejas que me pierda;
porque me sentí arrastrada y te enjaulé en mi pecho.

Y revoloteas como un pajarillo que desea acariciar el alba
con sus aleteos cuando creo que estás tan cerca
que podremos cruzar miradas,
y atravesarnos los ojos con los picos
como dos cuervos negros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.