No nos quedan más febreros / Las mías y las tuyas.

De ti diría, como escribió Lorca,
que me arrastraste
"como un golpe de mar,
como la cabezada de un mulo"
y me hubieras arrastrado "siempre,
siempre, siempre...".

Que me dejé arrastrar por ti,
por el baile en tus pupilas,
por el trazo sinuoso y delicado
del roce de tus manos 
al hacer contacto con mi piel.

Pero no estamos en sintonía
y dudo que algún día
podamos estarlo.

No nos quedan más febreros,
ni siquiera hay cabida en tus calendarios
para mí, mientras yo te entregaría 
mis cuatro estaciones,
mis años bisiestos.

Es cierto que me incendias
y broto como las flores conservando
toda la luz que nace cuando coincidimos,
pero también me consume que no me pienses,
que no me sientas,
que no seas para mí.

Frida decía: "Donde no puedas amar
no te demores"; pero yo siempre amo allá donde voy, 
en cada letra y pestañeo, y no me sirve
que no me amen porque probablemente
nunca lo harán.

Mejor diría que "donde no puedan amarme,
no debiera demorarme más de un rato"
porque yo amaría donde me clavasen cuchillos,
como una ciega que no desea ver lo que tiene
delante.

Y piensa todos los días en cruzar la puerta 
y no mirar atrás, mientras sigue estando convencida 
por el fuego que le habita cuando piensa en quien no debe.

Reconozco que yo tampoco entiendo algunas veces
cómo pudiste arrastrarme y yo dejarme llevar
tan fácil, si no hacía viento. 

Pero tampoco el viento habría generado resistencia,
porque creo que era algo inevitable,
que siempre lo es para no morirme,
quizá en vida, porque sí de ganas.

Y no sé cómo pero fluyes por mis avenidas,
surcas mis mares sin cruzar palabra,
has dejado huellas en los pueblos de mis carnes,
descansas a la deriva y me susurras poesía
en los recuerdos.

Y yo deseo marcharme de mí misma
porque has hecho de ti mis calles,
has habitado mi pecho. Y yo deseo marcharme
como quien se marcha sin querer hacerlo,
pero lo hace para no ver y sentir las llamas.

Y deseo marcharme mientras siento
navajas en el tórax y deseo odiarte
pero no puedo hacerlo,
porque cómo voy a odiar algo
que llevo tan dentro.

Porque de ti diría, como escribió Lorca,
que me arrastraste "como un golpe de mar",
y lo hubieras hecho "siempre, siempre, siempre";
aunque no me hubiesen quedado más febreros que darte
para rozar tu boca.

Pero algún día todos estos sentimientos
serán desechables, podrán plegarse, arrugarse
y lanzarse a la basura.

Mientras tanto seguiré celebrando la dicha,
porque la eterna pena es llevar las ganas de dos personas;
las mías y las tuyas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.