Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2015

Que yo te quiera y me quieras tú. (Eres)

Eres la taquicardia que siempre aparece cuando miro hacia otro lado fingiendo que no siento nada sintiendo todo a la vez. La voz que calla al silencio y les encuentra asiento a los que están incómodos. Los ojos que lo observan todo cuando uno empieza a enamorarse de la vida y de la persona que tiene delante, aunque sólo vea su espalda, su cuello y su piel. Delicada y suave como la seda. He corrido por los bosques de cipreses y eucaliptos que nacen cuando se te eriza el vello al sentir escalofríos. He encontrado sonrisas entre los escombros de tu cuerpo y una puerta hacia otro mundo en el remolino de tu pelo. He encontrado en tus brazos dos embarcaciones que conducen a tu puerto y en tus lunares las estrellas retratadas por Van Gogh. Te he querido y te he odiado, pero siempre eres tú. Eres la excepción que confirma todas las reglas, las normas incumplidas y las calles sin salida a las que se les ha invertido la dirección, transformando a la locura en una cuerda qu

Se acaba y todo tiene un fin.

Se acaba. Se acaba el verano, como también se acaba la vida cuando la muerte viene a poner fin. Como se acaba el invierno, como las noches en vela, la colorida primavera o las tardes de abril. Se acaba, como todo, como tú un día en mí. Como tus manos por mi cuerpo trepando como raíces que no se quieren ir. Como tu piel envolviéndome, haciéndome regalo que quiere ser abierto por los ojos de un niño feliz. Se acaba, como cada domingo entre tus pestañas, cada noviembre sin volver a verte y como cada canción que hace que me acuerde de ti. Se acaba como los besos que nunca nos dimos, los te quieros que no nos dijimos y las películas que lloré por ti. Se acaba como la paciencia, como el amor y la tristeza. Como la juventud. Como también los recuerdos en un enfermo de Alzhéimer, como la batería de un móvil que espera una llamada que no llega, que no suena, que no aparece por la puerta. Se acaba como la tinta de una máquina de escribir cuando el artista no puede dejar

Al final sí fue tan guapo.

Puede que estas sean las primeras y últimas líneas que le escribo. Que dentro de unas horas olvide su cara o que esta ciudad nunca haga de pañuelo, y nunca más vuelva a verle. Puede que nunca me invite a dar un paseo y me sienta como si estuviese volando en una nube. Que nunca me saque a bailar y me crea la protagonista de una de esas películas en las que tanto he querido vivir, ni me bese y me convierta en un castillo de fuegos artificiales. Ni duerma con él y viaje al paraíso. Puede que nunca lleguen a mí las raíces de sus brazos, ni conozca sus distintas tonalidades de azul ni sus gestos o manías cuando está enfadado, feliz, contento, triste o enamorado... Que nunca conozca mejor sus palmas de las manos que las mías, todos sus senderos y sobre todo sus atajos. Puede... Pero era tan guapo que me basta imaginarlo para que se me ponga el corazón de gallina. Tan guapo que debía de dolerle la cara cada día. Era tan guapo... Tan guapo de esos que no son tan guapos, pero sonríe y s

Como lo hacías tú.

Uno siempre va a querer volver a donde fue feliz, por eso el día que la vida se llevó a mi abuela, yo deseaba desde antes de recibir aquella llamada volver a sus brazos. Ahora he comprendido que por mucho que corras y trates de llegar a tiempo, por mucho que corras para que la vida no se te escape de las manos, no avance el mundo sin ti..., por mucho que evites llegar tarde a todos lados en todo momento, el tiempo no atrasa ni un segundo por ti para complacerte. No avanza más despacio para concederte un último favor. El tiempo avanza, la vida corre, el mundo se mueve... Contigo o sin ti. No eres una constante ni tan siquiera algo relevante, tan sólo una incógnita que se puede despejar y despreciar. A veces tan sólo un fallo en la ecuación. Comprendí que uno siempre va a querer volver a donde fue feliz, y que si tuviese los ojos cerrados volvería conociéndose el camino y el número de pasos. Sabina comprendió en Macondo que "Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volv

Ya quisiera yo.

Ya quisiera yo dormirme en tu ombligo, morderte la barba y bailar en tu pecho. Besarte los mofletes, no dormir por observarte y contarte las pestañas una a una. Ya quisiera yo ser de barro para que me convirtieras en escultura y pudieras amoldar con tus manos mis curvas. Ya quisiera yo ser pequeña para ir guardada en tu bolsillo, aguja para girar dentro de tu reloj y anillo de Saturno para estar alrededor de tu dedo corazón. Ya quisiera yo ser casa para alojarte y resguardarte del frío, viento para soplarte la cara y evitar que pases calor, agua para refrescar cada poro de tu piel y cama para cuidarte mientras sueñas y vences a tus miedos que son abismos. Ya quisiera yo ser guitarra para que me hicieras cosquillas con tus dedos y me tocaras con caricias haciéndome, en un solo, llegar al éxtasis. Ya quisiera yo pasear por los senderos de tu espalda y recorrerte con mi lengua como si fueras mi helado preferido. Ya quisiera yo ser luz para encenderte, vivir en t

Aún te veo.

Estamos lejos. Lejos de todas las maneras como pueden estar lejos dos personas. Pero aun cuando cierro los ojos, le veo porque mis ojos se han aferrado a la imagen de su cuerpo. Mis ojos se han anclado a sus ojos, mis pupilas a las suyas y me veo en su reflejo. No sé si estoy cegada o no, pero aunque me quite la venda yo aún le sigo viendo.

Muy lejos de aquí.

Eres hielo y viento y olvidas que ya lo fuiste, por eso quemas y soplas como si lo hicieras por primera vez. Eres hielo y tu proximidad me ha dejado cicatriz, pero por fin en mi corazón con este calor te estás derritiendo. Eres viento que sopla en mis ojos y azota con fuerza, el mismo que me despeina y se lleva consigo mi respiración. Viento que sopla con fuerza intentando sacarte de mí. Viento que vuelve a soplar pero ya es tarde. Yo ya no estoy.

A millones de años luz.

Cuando te conocí no sabías nada del amor y ahora hablas de él como si te hubieran hecho a besos aprenderte el manual; y yo sigo en el mismo lugar de siempre aunque de ti algo más lejos. Empezamos con distancia entre los dedos, haciendo viajes espaciales en cohetes de luces fluorescentes que viajan en el tiempo hacia nuestro encuentro. Acariciamos el firmamento con palabras con nuestros dedos en una pantalla y en el que cada lunar era una estrella. Y a medida que avanzaba el tiempo, nos empezamos a alejar. Quizá por miedo a los truenos quizá por miedo a sentir algo más. Ahora te veo valiente, seguro y feliz. Tan distinto a cuando estabas aquí... Aunque quizá sólo fuiste un cobarde conmigo y yo te lo permití porque también lo fui. Me he cansado de acudir a tu planeta porque ya no me recibes con los brazos abiertos, aunque debo admitir que lo miro cada noche a través del telescopio como si me pagaran por ello. Ya ves, siempre quise ser de la NASA y contigo lo siento. A veces la vida

Se acabó.

Te he escrito cuadernos enteros vacíos de imágenes. En ellos describo un tacto que no es el tuyo y hablo del tú que creo que eres. No del tú completo, pues nunca tuve la suerte de conocerte. Describo lo que he podido observar de ti desde mi cárcel que es cuerpo y casa, y mi agonía. Desde mis ruinas y heridas desde que con tus manos no te dignas a curarme. Describo todo lo que me has hecho sentir sin suspirar y rozarme con tu aire, ni caminar por tu espalda ni esconderme en tu pelo para después comerte la cara a besos. Besos. Esos que nunca he dado, esos miles que tienes que no darme. Esos que tanto te debo, gritan mis ganas. Te he descrito hasta creer que en mi corazón ya no quedaba más tinta para escribirte. Que ya estabas definido, que una última pincelada te estropearía la sonrisa o las pestañas o te emborronaría el lunar. El lunar. Ese que está anclado a tu cara y que marca el norte en mi brújula. Mi futuro norte a donde van todos mis sueños a parar. Te he descrito hasta creer qu

Si la vida fuera sueño.

Si la vida fuera sueño, viviría contigo. Y si realmente lo fuera, viviría tantas cosas por todo lo que sueño... Sueño despierta que me cuentas historias antes de quedarme dormida  y viajar entre mis sueños REM. Sueño que me cuentas esa historia mil veces. Ésa, ésa, ésa. La del día en el que tú eras un manojo de nervios y yo un corazón revuelto ante la casualidad y sorpresa de verte. La del día en el que no supimos cómo reaccionar ni cómo mirarnos de frente estando tan cerca y a la vez habiendo estado tan distantes. La misma que ahora ya está demasiado lejos, que ahora ya tan sólo es una historia que contar. Sueño con escucharla saliendo de tu boca mil veces, como palabras invisibles que se encuentran nadando en tu saliva y de pronto saltan de tus labios como si fueran un precipicio convirtiéndose en el aire que pronto respiro y me hincha los pulmones. Sueño con oírte pronunciar palabras que te hacen feliz, viendo tus pestañas bajar y subir y tus ojos, esos tan café

Mi velero.

Ella es ese velero que siempre baila sobre el horizonte. Ese velero que desfila por la cuerda que separa mar y cielo, que los une y los diferencia. Es ese velero que viaja sobre el vaivén de las olas en cada fotografía que incluye un trozo de mar, que es el protagonista de cada verano a los pies de una playa. Ese que hace que sueñes con querer vivir junto al mar, para poder verlo siempre cada mañana por la ventana. Ese velero que significa que la vida sigue en marcha, que el planeta sigue girando en su órbita, que el verano puede alargarse todo lo que haga falta. Ella es ese velero porque está siempre. Siempre, siempre, siempre. Y porque además de ello, existe; y baila sin saber y no por gusto, por el ecuador de mi vida cada día y cada noche. Y joder, qué bonita surca y va y viene entre todo el azul del mar de su nombre. Qué pena que estéis tan ciegos para no poder verla. Qué pena que no tengáis abiertos los ojos del corazón. Dice que navego en su corazón cont

No te voy a dejar por imposible, sólo por improbable.

Me gustaría decirte que si fueras a venir a las 5 de la tarde, yo estaría esperándote en la estación de autobús o de tren, en el aeropuerto o el puerto, allí en donde pudiera verte aparecer como un avión llegando a su destino. Mis brazos podrían ser perfectamente tu pista de aterrizaje. Y te estaría esperando desde las 12 del mediodía por si se adelantara tu barco, tu autobús, tu tren, tu avión. O aunque se retrasara horas o días. Me gustaría decirte que puedo dormir por las noches, pero tengo tus pestañas entre las mías haciendo presión para que no cierre los ojos. No entienden que aunque los cerrase, no dejaría de verte. En el fondo las entiendo, a veces los miedos nos pueden. Y a veces es mejor no arriesgar que afrontar el olvido. Me gustaría decirte que no te quiero pero haces presión en mi pecho, te mueves como un feto haciéndose notar, dando ligeras patadas entre mis costillas. Asciendes hasta mi garganta en un segundo y me quiebras la voz, me recuerdas lo que si

Ojalá fueras un libro.

Ojalá fueras un libro. Un libro eterno, interminable con olor a nuevo y aspecto antiguo. Ojalá pudiera doblarte las esquinas para remarcar mis frases favoritas, ponerte corazones en algún margen, subrayarte con lápiz, con algún bolígrafo y subrayadores de colores. Ojalá fueras de verdad un libro, uno de bolsillo al que poder llevar siempre en un bolso a todas partes por si un día me pierdo, o por si un día me toca esperar de más o por si un día empiezo a olvidar todo lo que hoy recuerdo. Ojalá fueras un libro de bolsillo pequeño que entrase en el bolsillo de una sudadera, o tan pequeño que entrara en el bolsillo de las camisas que está a la altura del corazón. Tendrías una portada preciosa, de rojo terciopelo. Yo podría ser tu prólogo, nudo y epílogo. Podría ser todo lo que tú quisieras, siempre y cuando tú fueras un libro. Ojalá realmente lo fueras, para poder tenerte descansando en mi mesita de noche cada día y así podrías salvarme siempre después de cada

Si nos estuviéramos viendo.

Tienes las pestañas muy largas, tan largas que cuando pestañeas durante una milésima de segundo te puedo ver dormir. Tienes las pestañas tan largas que los deseos que pidas, deben ser por obligación grandes y fuertes. Como el ojalás que nos llenan el pecho. Tienes unas pestañas tan bonitas que si fueran toboganes de gran altura, yo que siempre he odiado los de los parques de atracciones, por los tuyos me tiraría para acabar nadando en tu boca. Tienes unos ojos tan expresivos y tiernos que sin ser azules, puedo ver el mar y un velero blanco a lo lejos sobre el horizonte. Y si el mar está agitado y gris, tus ojos se convierten en dos peceras con los peces de agua dulce más bonitos de este mundo. Y tienes un lunar ahí, muy cerca. Entre tu ojo izquierdo y tus labios. Un lunar siempre ahí sobre el que podría encallar mi vida, anclar mi ancla y vivir siempre a la deriva sobre tu piel, y esconderme en tu barba. Si nos estuviéramos viendo, yo estaría en tu retina y tú e