En el fondo.
En el fondo buscas excusas para salir de casa, por ejemplo ir a tirar la basura, para llorar en la calle. Y en el camino todas esas gotas las mantienes en los ojos hasta que, hasta que, hasta que. Hasta que una ligera gota y minúscula empuja a la otra y las demás se precipitan solidariamente. Porque las palabras no siempre consiguen ser semillas, ni luz, ni un sendero que te lleve a ser mejor de lo que eras antes. Las palabras no lo consiguen si tú no quieres verlo. Y tienes que fingir que estás bien, que no tienes esquinas rotas ni roces ni dolores que no pueden curarse. Que no pueden curarse si todo lo demás no deja de pudrirse por esta lluvia que te cala y eres tú misma. Tener que fingir que estás bien cuando quieres huir a llorar me parece terrible. Y un tanto complicado.