Tres poemas en la espalda.

Ahora mismo podría escribirte
tres poemas en la espalda,
con mi dedo índice derecho
acariciando tu columna
y cada vértebra
desde atlas y axis
hasta llegar a tu cintura.

Dibujarte un corazón desnudo,
no me preguntes de qué color es porque
tiene el color y el sabor de tus besos.

Podría escribirte mientras tú estás dormido
y observo cómo el aire entra por la ventana
y te acaricia,
te sopla en las pestañas,
que se mantienen cerradas,
unidas en un ligero abrazo.

A lo lejos hay tormenta, escucho truenos,
y no quiero imaginarme en tu cama
porque se me clavan tres cuchillos en el pecho.

Porque si lo hago imagino
que la luz de un rayo
se cuela por debajo de la puerta
y se pinta sobre las paredes,

y de pronto en cuestión de segundos
un trueno nos susurra
y tú te conviertes en un tigre
que me ruge en la oreja,
y después ríes,
y vuelves a pedirme que te amanse
con besos.

Podría escribirte ahora mismo
lo inimaginable.
Porque si tú quisieras...
Si tan sólo tú quisieras...
Pero no quieres.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.