En el fondo.

En el fondo 
buscas excusas para salir de casa,
por ejemplo ir a tirar la basura,
para llorar en la calle.

Y en el camino
todas esas gotas las mantienes en los ojos
hasta que, hasta que, hasta que.

Hasta que una ligera gota
y minúscula empuja a la otra
y las demás se precipitan
solidariamente.

Porque las palabras no siempre
consiguen ser semillas,
ni luz, ni un sendero que te lleve
a ser mejor de lo que eras antes.

Las palabras no lo consiguen
si tú no quieres verlo.

Y tienes que fingir
que estás bien,
que no tienes esquinas rotas
ni roces ni dolores
que no pueden curarse.

Que no pueden curarse si todo lo demás
no deja de pudrirse
por esta lluvia que te cala
y eres tú misma.

Tener que fingir que estás bien
cuando quieres huir a llorar
me parece terrible.

Y un tanto complicado.

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