Poco me basta.

Poco me basta para escribirte,
como anoche,
una fotografía.

Poco antes de caer dormido,
echado sobre la cama
con el pecho abierto
de par en par como si fuera un nido.

Como si fueras nido
y yo golondrina
y necesitase atravesar
tus ventanas,
e invadir tu ombligo.

Poco te basta
para hacerme sentir
que tropiezo y caigo,
y caigo y caigo,
con mis sentimientos
por las escaleras.

Poco nos basta
para no juntar nuestras lenguas
de letras enlazadas en palabras,
y aún menos
para no vernos.

Si supieras
que eres como aire,
que eres alimento,
quizá habrías desaparecido mucho antes
por no saber bien qué decir.

Descubrí tarde tu cobardía
pero también mi memoria sucia
y juguetona
que olvidaba haberte escrito
para volver a caer en ti.

Yo era consciente, lo confieso,
y también buscaba excusas
pero nunca era el momento
porque tú ya no estabas allí.

Empecé tarde a comprenderlo,
y ahora ya sé que un buen día
dejaré de querer hablarte
y no significará haberte olvidado,
sino que ya no dueles,
y en el fondo me contento
con lo justo y necesario
como eso suena.

Poco me basta, entonces,
cuando te veo
y entonces dejo de verme a mí,
y veo renacer la pena.

Anoche quise besar tu pecho
y dormir sobre ti;
hoy ya no sé bien qué sentir,
porque podrías ser la guinda
del pastel de este mundo,
de los días,
pero no lo eres.

Porque a pesar de que yo te busque,
no aparecen tus huellas.

Y las ganas se me van por las manos,
y cuando esto me pasa
retrocedo mil pasos,
y no me esperan tus brazos
para hundir la cabeza.

Así que
comprenderás mi lucha,
quizá no tanto mi hoguera,
pero sí que debo ser mi propio centro
para abrirte la jaula
y dejarte ir
por fin.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.