Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2016

Hasta que soples y otro inspire.

Digo que no puedo escribir. Que no puedo hacerlo, pero lo hago porque me lo piden a gritos las manos y porque me fascina el sonido de mis dedos bailando sobre el teclado y más si es por estar recorriéndote el cuerpo en mi imaginación. Y debo decirte que a ciertas horas de la noche empiezo a pensar en tus brazos, aquellos que me podrían alzar en peso y mecer como el viento hasta que empezase a soñar. Y empiezo a pensar en tus ojos, aquellos que cambiaría por los míos sólo para que te vieras en los espejos como yo lo hago. Sólo para que entendieras lo que es la paz mundial. Para que así te dieras cuenta de que mirar tu sonrisa es entrar en trace y escuchar tu risa, comenzar a convulsionar. Sólo para que así te dieras cuenta de por qué cuando te tengo delante... el corazón se me sale, y te tengo que esquivar. Porque lo tuyo no es simple magia, de esa que se utiliza para estafar o convertir en fuegos artificiales los ojos de los niños. No, lo tuyo no es simple ma

A todo un imposible.

El amor y yo no vamos en línea recta, aunque siempre pensé que sí aunque por calles distintas y nos podríamos cruzar. Siempre pensé que tú irías a su lado y en esa convergencia, nos daríamos la mano y algo más. Pero ahora sé que no, ahora lo sé una vez más. Ahora sé que el amor me evita, me atraviesa disparándome antes y me golpea mejor. Al menos por ahora, no sé qué demonios hice en otra vida. Sabía que no podía ser de otra manera y que no podías ser tú; porque que yo pase y tú te metas, que yo siga y no aparezcas, que yo esté y tú no entres, es algo que tenía que pasar. Porque nuestras vidas son calles, y los bares a los que entremos; y no es culpa del destino que no nos encontremos, porque a pesar de yo buscarte tú no eres capaz de hacerlo. Pensaba que tus manos encajarían con las mías pero no pretendo intentar hacer ese puzzle porque sé la respuesta, y la sé porque ahora no es el momento. Y nunca lo ha sido hasta hora, y no sé si lo será. Por e

"Espera, ven".

Me sientas peor que el alcohol y eso que no te he probado. Me basta con colocarme en tus mejillas y mirarte a los ojos para que me dure la resaca años. La próxima vez que te vea, te preguntaré "¿tienes fuego?, pues me gustaría ver arder todos estos sentimientos. Si no tienes, también me basta con tu piel". Y si en ese momento te me vas, no creas que te voy a dejar marchar tan fácil ni pienses que no tengo plan B. Si en ese momento te me vas, te diré "espera, ven".

Me achinas la vida.

Te quiero y te odio. Te quiero porque me haces sentir viva. Porque afloras mis sentimientos que no echan raíces ni brotan con otra risa. Porque si ya me ciega cuánto brillas, imagina si pudiera ser capaz de más. Te odio porque no estás... Y si estuvieras en mi cama durmiendo cada noche, serías el causante de mi insomnio y el protagonista de mi librería. Pero no te odio porque odio no es lo que siento, ni mariposas. Lo que siento son caballos galopando, libres. Porque te imagino soñando y se me achina la vida, igual que los ojos, de la alegría que me transmite tu cara de paz. Te quiero porque me achinas la vida sin darte cuenta y a mí siempre me pareció complicado. Y tú lo haces tan fácil como respirar.

Del amor se aprende.

Del amor se aprende y también se sufre porque lleva asociado dolor. Del amor aprendí que me podías destapar el corazón sin tocarme con las manos; porque aunque hubiesen estado frías, yo habría tenido calor. Y ya no hizo falta quitarnos la ropa porque así fue como el amor nos hizo a nosotros en tan sólo un cruce de miradas a las dos de la mañana mientras yo hablaba mirando hacia otro lado y tú estabas fumando en soledad. Del amor aprendo que cuando me miras vuelo, pero cuando estoy entre tus brazos me evaporo y me fundo con el viento para entrar por tus ventanas. Del amor aprenderé que es más fuerte que la conexión física, al no hacerme falta verte para soñar contigo, ni mirarte para caer más. Del amor se aprende que después de él, puedes llegar tú. Y aquí te estoy esperando por si te da por venir sin avisar.

Sus ojos, manos, labios y brazos.

Si no dejo de escribir sobre sus ojos, sus manos, sus labios y sus brazos es porque no puedo acceder a nada más de él. Porque es lo primero que me atonta cuando le veo, porque no puedo verle los lunares, ni los dientes, ni el ombligo. No puedo verle la espalda ni descubrir su tacto, no puedo verle ni los dedos de los pies, ni descubrir si tiene pecas o cicatrices. O cosquillas en los lados. Porque sus ojos, sus manos, sus labios y sus brazos son lo único que me deja ver y con tan sólo enseñarme eso, ya me ha conquistado. Porque ojalá Bernini hubiese visto sus brazos. Pagaría lo que fuese por tenerlos esculpidos en mi cuarto y no tan lejos con él. Y porque toda revolución empieza con mirarle a los ojos. Y porque no necesito beber, sabiendo que quien me embriaga es él. Y no sé qué me puede hacer más daño.

Por si manchas: deja huella.

Siempre hay alguien. Siempre. Y si no lo hay, te están mintiendo. Y eres tú desde que estás aquí dentro, aunque yo te guarde como un secreto. Y eres tú porque contigo el mar está siempre al cruzar la esquina. Y eres tú con tus brazos (esos brazos) que sólo tienen un destino, el de estar sobre mi cuerpo. Y eres tú con tus ojos (esos ojos) que brindan conmigo en forma de pestañeos. De color miel o castaño claro, que tienen dentro el universo. Y eres tú lanzando colillas al suelo y soy yo la que piensa en correr hacia ellas para sentir las huellas de tus labios. Y es que me gusta lo que te mata porque nos hace vernos, pero también lo odio porque te está matando si no pones remedio. Y si no hacemos algo, me seguirás disparando con esos ojos con destellos, con esa boca que me atonta y que me habla y suena a versos. Y empezando por tu nombre, el significado es un viaje a la composición de éstos. Por eso te escribo tanto, por eso no sé no hacerlo. Porque n

Sin querer ser queriendo no serlo.

Cuando decidas qué eres, serás. Y podrás ser, si aún no es tarde. Si antes de decidirte miras el reloj. Y podrás ser el mar que busco allá donde voy entre las calles y por el aire, o el "espera, que tienes un beso ahí" de antes de decirme adiós. Y podrás ser espuma y calma, o lluvia y remolino. Y podrás serlo tanto hoy, como mañana, o como ayer. Que ayer casi que sí, pero no. Hoy casi que puede pero tampoco, y mañana... Mañana no lo sé. Lo mío, ésto, no es nada; ni siquiera es tuyo. Y por no ser, ni es. Pero quiere ser algo. Quiere ser. Y querer ya es un paso valiente. Como querer también que me tires de las manos, para escribirte tantas veces como me dejaran los años. Como querer que me llevaras a cualquier lado, y yo me dejaría para respirar tu mismo aire. Pero cuando te decidas, se acabaron los sueños por siempre. Porque quizá tú estés cansado y yo me canse y ambos caminemos en otra dirección. Porque si dejas que las cosas pasen, nunca pasa

¿Dónde sientes las prisas?

Últimamente escribo de culo porque no dejo de mirarte a la cara. A ti. Sí, tú. A ti que me dices "tú y las señales de humo". A ti que me dices que la próxima vez que te vea, me acerque y te dé un beso, sin más dilación. Sin decirme dónde y liándome la cabeza. A ti que me guardas abrazos con ganas, pero después por la noche no abres los ojos. Y esperas a que yo vaya y yo me voy, pero en la otra dirección. A ti que me llamas guapa y me provocas taquicardias porque vuelves y porque no puedo conmigo cuando te pones embriagador. A ti que consideras privilegiados a mis amigos, que dices "qué suerte tienen", sin saber que suerte eres tú. A ti que has entrado en el primer cuarto de siglo, que las noches se te lían fácil porque quién no va a liarse fácil con tus ojos mirando a través de la copa. A ti que estás acostumbrado a que se te acerquen para captar tu atención, y yo que creo que no sé captar eso de nadie y por eso te espero sabiendo que n

Por escuchar tu voz.

La última vez que te vi estabas de perfil al otro lado del cristal  con el móvil entre las manos. Pensé, tonta de mí, que quizá en ese mismo instante me estarías escribiendo algo, como por ejemplo:  "Estoy aquí. ¿Tú dónde estás?". Pero miré en mi móvil y en él no estabas tú. Intenté mantener la sonrisa y pasé de largo. Volví a pasar por donde estabas para retenerte en mi retina, y probar suerte para estar entre tus brazos. Te vi de pie de lejos, fumando, como un perro solitario. Mirando frente a la paralela hacia la que se dirigían mis pasos. ¿Y quieres saber por qué pasé de largo? ¿Por qué no miré hacia tu lado? ¿Y quieres saber por qué no me acerqué? ¿Ni te miré a los ojos, ni grité tu nombre, ni corrí a tus manos? Por escuchar tu voz. Por escucharla gritando mi nombre. Aparenté estar tranquila pero por dentro mi pecho estaba a punto de explotar. Mi cerebro puso muros alrededor de mi corazón pero no fue sufici