Sin querer ser queriendo no serlo.

Cuando decidas qué eres, serás.
Y podrás ser, si aún no es tarde.
Si antes de decidirte miras el reloj.

Y podrás ser el mar que busco allá
donde voy entre las calles y por el aire,
o el "espera, que tienes un beso ahí"
de antes de decirme adiós.

Y podrás ser espuma y calma,
o lluvia y remolino. Y podrás serlo tanto hoy,
como mañana, o como ayer.

Que ayer casi que sí, pero no.
Hoy casi que puede pero tampoco, y mañana...
Mañana no lo sé.

Lo mío, ésto, no es nada; ni siquiera es tuyo.
Y por no ser, ni es.

Pero quiere ser algo. Quiere ser.
Y querer ya es un paso valiente.

Como querer también que me tires de las manos,
para escribirte tantas veces como me dejaran los años.
Como querer que me llevaras a cualquier lado,
y yo me dejaría para respirar tu mismo aire.

Pero cuando te decidas,
se acabaron los sueños por siempre.
Porque quizá tú estés cansado y yo me canse
y ambos caminemos en otra dirección.

Porque si dejas que las cosas pasen, nunca pasan.
Sólo la vida.
Por eso cuando decidieras qué ser, serías.
Si quisieras ser.

Y si no, nunca pasarán. Las cosas.
Porque tú pasas y arrasas por donde pisas.
Y conquistas sin luchar en todos los sitios.

Y si nunca pasan, seguiremos siendo nosotros mismos.
Sin querer ser, queriendo no serlo;
y sin decir que un día (nos) quisimos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.