Me achinas la vida.

Te quiero y te odio.

Te quiero porque me haces sentir viva.
Porque afloras mis sentimientos
que no echan raíces ni brotan con otra risa.
Porque si ya me ciega cuánto brillas,
imagina si pudiera ser capaz de más.

Te odio porque no estás...
Y si estuvieras en mi cama durmiendo cada noche,
serías el causante de mi insomnio y
el protagonista de mi librería.

Pero no te odio porque odio no es lo que siento,
ni mariposas. Lo que siento son caballos
galopando, libres.

Porque te imagino soñando y se me achina la vida,
igual que los ojos, de la alegría que me transmite
tu cara de paz.

Te quiero porque me achinas la vida
sin darte cuenta y a mí siempre me pareció complicado.
Y tú lo haces tan fácil como respirar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.