Por escuchar tu voz.

La última vez que te vi
estabas de perfil al otro lado del cristal 
con el móvil entre las manos.

Pensé, tonta de mí, que quizá en ese mismo instante
me estarías escribiendo algo, como por ejemplo: 
"Estoy aquí. ¿Tú dónde estás?".

Pero miré en mi móvil y en él no estabas tú.
Intenté mantener la sonrisa y pasé de largo.

Volví a pasar por donde estabas
para retenerte en mi retina,
y probar suerte para estar entre tus brazos.

Te vi de pie de lejos, fumando, como un perro solitario.
Mirando frente a la paralela hacia la que se dirigían mis pasos.

¿Y quieres saber por qué pasé de largo?
¿Por qué no miré hacia tu lado?

¿Y quieres saber por qué no me acerqué?
¿Ni te miré a los ojos, ni grité tu nombre,
ni corrí a tus manos?

Por escuchar tu voz.
Por escucharla gritando mi nombre.

Aparenté estar tranquila pero por dentro
mi pecho estaba a punto de explotar.

Mi cerebro puso muros alrededor de mi corazón
pero no fue suficiente porque a pesar de sus ideales inquebrantables,
mi corazón no quiere verlos porque tiene razones,
que mi razón no comprende.

Pero mi corazón todo lo ve. Te ve.
Porque cuando me disparas con la mirada, 
él salta condenado al infarto.

Me intenté proteger pasando de largo.
Esperando que me vieras y llamaras,
esperando encontrar en tu boca tus ganas
pero no me viste y yo me fui.

Yo que todo lo hice por escuchar tu voz,
puse barreras entre nosotros,
mandé al cuerno al destino
desaprovechando la única oportunidad.

Ojalá me hubieras llamado; me habría quedado anclada a 
las dos sílabas de mi nombre entre tus dientes.
Habría bailado como una serpiente en la ese y
te habría hecho cosquillas en la erre en tu paladar.

Pero estabas demasiado ocupado fumando,
mirando a dios sabe dónde. Y me pregunto cómo pudo ser
si aquella noche me escribiste preguntándome si salía.
Y en ese momento no sabía si responderte que lo que sí se me iba a salir
era el corazón.

Me pregunto dónde diablos tenías los brazos si tantas ganas
tenías de abrazarme. Y me pregunto dónde diablos tenías la voz
para quedarte callado. 

Me pregunto dónde diablos tenías los ojos para no verme.
Cuántos besos me debes y cuántos te debo deber yo.

Y si algún día quisieras saber por qué lo hice...
me pregunto si sería capaz de responderte que todo fue...
Por escuchar tu voz.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Las batallitas.