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Mostrando entradas de enero, 2016

Me pregunto cómo será.

Me pregunto cómo serán los domingos a tu lado. Imagino que vamos a ver el mar o que el mar nos ve a nosotros surgiendo de entre la tierra, perdiéndonos en el horizonte. Cómo será ver tu silueta contrastando con el azul celeste, escuchar tu voz con el vals de las olas sonando de fondo, si mi amor por ti fue amor a primera escucha sin conocerte. Me pregunto cómo será ver el mar desde el ojo de buey de tu oreja. Imagino que será como sentir que tu cuerpo es un barco y yo estoy en alta mar viajando a otro planeta. Cómo de grande será la pista de baile de tus manos, verme reflejada en tus pupilas, cómo será el refugio de tus brazos. Cuándo estarán disponibles para mí las entradas del concierto de tu corazón, cómo será sentir que eres viento por tener tan cerca de mi piel tu respiración. Me pregunto cómo será oírte pronunciar mi nombre, sentirme entre tus labios de algún modo, reírnos como si nada, mirarnos como si todo. Cómo será ser la protagonista de tu película,

Dos verdades: no me lees y no me he ido.

"Te leo", me dices, como si realmente supieras todo lo que te escribo. Pero desconoces que he escrito sobre tus manos, tus labios, tus ojos e incluso tu signo del zodiaco. Desconoces que me duelen las manos de escribirte y la cabeza de pensarte tanto. Desconoces que cada vez que me escribes, escribo porque son tus palabras el viento que hace volar mi cometa. Son tus palabras el agua que me hace brotar desde el suelo, el salto a la luz, una bengala en una isla desierta y el salvavidas cuando el barco está hundido. Pienso que no te haces idea de cuánto te escribo y he pensado en la posibilidad de algún día leerte bajito al oído todo lo que cada día en mi habitación mis manos callan a gritos. Entonces mientes. Porque la única verdad es esta: No me lees. Y yo aquí sigo. No me conoces ni te interesa, te basta con lo que ves por fuera, desconociendo que por dentro hay caminos, ríos, molinos de viento, playas, puentes, e incluso bosques de eucalipto.

Eres un pez y yo no tengo caña.

Cuando era pequeña en mi casa teníamos un acuario muy grande. Por las noches lo encendíamos y en la oscuridad podía ver cómo se movían todos los peces. Tú eres acuario, porque tus ojos echaron raíces en febrero. Pero no un acuario, tu cuerpo no es de cristal. No puedo chocarme contigo y dejarte marcadas mis huellas. Tus ojos echaron raíces y esas raíces, al crecer se convirtieron en pestañas. O más bien, bolsillos de deseos o asientos de rascacielos sobre los que poder ver tu mundo. Así que eres acuario, pero no un acuario. Más bien eres un pez, porque no puedo iluminarte ni observar cómo dentro de ti se mueven peces - como si fueran mariposas - de mil colores y formas diferentes. No puedo porque no eres un acuario, eres un pez. Y en el acuario que tenía de pequeña, al final el pez más grande se comió a todos los pequeños. Así que eres un pez. No sé si el más grande del río, del mar o del océano... No sé si eres de agua salada o dulce, quizá lo sabría si me acer

Recuerdos con luna llena.

Recuerdo todos los lugares a los que quise ir contigo, a los que nunca fuimos, a los que nunca iremos y a los que volveremos, pero con otras personas. A los que iremos por primera vez y última, a los que iremos por primera vez muchas veces y a los que casi iremos, pero al final tampoco porque la vida no se pondrá de nuestra parte. Recuerdo todas las veces que no nos atrevimos a dar el paso. A preguntarnos a qué colonia olíamos y a correr hacia la perfumería más cercana sólo para echarnos el perfume sobre las muñecas y la ropa y olernos, sabiendo que la distancia seguía entre nosotros. Recuerdo que me decías que en tu interior era verano y yo imaginaba que siempre hacía calor, que serías mi estufa en invierno y tus labios serían el mar que me refrescaría la boca al correr por tu arena hirviendo beso a beso como si fuese paso a paso. Recuerdo que una vez leí que el regalo no es lo que está dentro del paquete sino siempre las manos que lo entregan, y he de admitir

D = ♥ * t (la distancia es igual a corazón por tiempo)

A ver si la distancia va a ser al final corazón por tiempo y no velocidad, porque el amor permanece... Anoche te hablé. Me recorrió un relámpago por la columna, me atravesó el corazón y mis manos fueron directas a ti buscándote entre los coches, entre las sombras de la noche, entre la humedad empapado. En sueños casi te beso y descubro que tus labios son un pasadizo secreto del que yo desconozco la contraseña que me lleve hasta ellos, hasta dentro de ti. Salgo queriendo no verte y te busco esperando no hacerlo, sabiendo que soy tan frágil que en tu mirada me puedo derretir. Abro los ojos y se me dilatan las pupilas al creer escuchar tu risa, al creer que aparecerás en cualquier momento en el que yo baje la guardia y me sorprendas con una taquicardia cerca del pulmón izquierdo. Empiezo a pensar que la próxima vez que te vea, deberías traer una bolsa de aire y a modo de trueque yo te la cambiaría por una bolsa de palabras. Al menos podrías leerme y yo re

Elijo elegir la vida.

Elijo elegir la vida si eres tú quien está tras la puerta mirando por la mirilla para verme a escondidas. Elijo elegir la vida si eres tú quien espera, si eres tú quien está al otro lado conmigo, al otro lado de la cama, cuando acaban mis dedos y empiezan los tuyos, al otro lado cuando giro la cara y me encuentro tus pestañas al segundo. Elijo elegir la vida si estás, porque me aterra pensar que tras el tobogán de tus pestañas puede acabarse el universo. Elijo elegir la vida si me acerco a tu pecho y te escucho latir, tan cerca y tan alto que parezca un concierto. Elijo elegir la vida y si no estás también la elijo, para ir a buscarte y acudir al encuentro del mundo que te vio reír.

Te deseo suerte.

Te deseo suerte, suerte en lo que sea que hagas porque siempre es necesaria para no tocar el suelo. Y me preguntas si suerte en verme alguna noche, por ejemplo. Por ejemplo. Y suerte en que me conquistes menos con palabras y más con hechos, en que te intereses por el mundo que abarco y soy. Suerte en que me mires a los ojos prestándome atención, me escuches y te pierdas en el baile de mis labios. Suerte en que volvamos a vernos y se pare el reloj, nos entrelacemos con palabras y los brazos hasta volvernos cuerdos y sentir que si no te despides, te sigues quedando a mi lado. Suerte en que te fumes un cigarro y sea yo la que te roce el pulmón. Suerte en que me enseñes tus domingos al sol y el aire me despeine con soplidos el pelo mientras me llevas en tu moto a cualquier otro lado. Suerte en que pueda escuchar tu corazón y me recites en verso, suerte en todo lo que hagas y que en esos planes yo esté dentro, por ejemplo.

Me gusta cuando me hablas.

Me gusta cuando me hablas y me gustas cuando lo haces porque parece que te interesas por todo lo que vivo. Me gusta que lo hagas porque una pregunta basta para sentirte cerca y producir suspiros. Me gusta que lo hagas porque imagino que sonríes y tus manos me tocan y con el aire te acaricio. Son caricias suaves como un cómo estás o cómo te ha ido, saber que tras mi respuesta tú vas a seguir el hilo. Me gusta cuando me hablas primero, porque nunca lo haces. Pero imagino que algún día querrás hacerlo y espero... y te miro. Me gusta cuando te mueves y en el aire creas remolinos porque aunque te sienta distante, siento tus pasos y gestos, tus pestañeos de brindis y tu boca girando en el vinilo. Me gusta saber que aunque te vayas, estarás de vuelta para seguir hablando conmigo. Por eso me gusta cuando me hablas porque pareces valiente pero aún me gustas más cuando tratas de hacerlo. Sentir que aún no te tengo, sentir que no te has ido. Sentir que a

¿Por qué no me escribes?

¿Por qué no me escribes? ¿Por qué yo estoy llena de luchas internas por ti que compiten cien veces al día? No lo merezco. Maldigo al corazón, porque sólo sabe darme problemas sin solución porque incluso las incógnitas guardan tu nombre para que no te vea. No sé qué destino esconden tus manos pero no quiero perderme en ellas si no me vas a enseñar los caminos y no voy a saber dar la vuelta. En este abismo que es mi vida siempre espero, a algo que no llega, a alguien que no vuelve, dime entonces si no vas a venir. Si no te interesa mi vida, ni mis gestos, ni mi inexperiencia. ¿Por qué no me escribes? Siento que me muero porque no lo haces, y cuando lo hacemos me muero un poco más. Siento que yo siempre voy a querer de más y a mí siempre me van a querer de menos. Pero de menos en número negativo... O que ni existe. Siento que sé que tengo corazón porque me funciona de pena. O por pena. Yo ya no sé. Estoy colgada de ti y tiro de ti queriendo enredarme,

A raíz de ti todo crece.

Si algún día eres ruinas, en ti, crecerán todas las flores. Y si no crecen por sí mismas yo te las planto y te las riego. Y si hace falta, me saco un curso de jardinería o me caso con un jardinero. Pero tú jamás te vas a pudrir. Jamás te puedes pudrir. No le permito a la vida y a la materia que te haga eso. A ti no te puede tocar el oxígeno, no te puede consumir, porque eres inacabable; eres energía renovable como la solar o la marina (*). Te recuerdo que la lluvia no es triste porque nosotras hicimos llover tras unos cristales, y tú bien dijiste que siempre parece que va a llover conmigo. Además, buscaste mi incendio, qué más puedo decir. Contigo la tristeza es una fiesta porque incluso el aire pueden ser tus brazos y el frío no existe por tu calor. Contigo la vida son días festivos, porque incluso tras la tristeza hay alguna sonrisa y tras las tormentas, siempre, se asoma un velero. Porque quererte tres vidas me sabe a poco tiempo; y el sol, para

¿Alas, para qué las quiero?

Hay lugares que llegaron a ser casa porque en ellos tú me estabas esperando. Lugares en los que me dijiste "te espero aquí" con la tilde señalando dónde habías clavado la bandera como si el bar fuese la luna y tú un astronauta emocionado. Y en estos lugares, no eran las taquicardias las que me aceleraban el pulso ni me aumentaban el flujo sanguíneo, ni esos revuelcos de corazón... Eran los maremotos de mi mar corporal generando olas tan grandes que empezaban a venir surfistas. Maremotos por saber que aquellas noches me esperabas, sabiendo que yo no iba. Sabiendo que no iba a estar, aunque tú el motivo no lo entendías. Y pienso que siempre me quedo con las ganas y juro que al verte las manos, el dolor siempre salta por la ventana. Y pienso que tan sólo me bastan tus manos para que me crezcan alas. Y a veces, tan sólo tus palabras. Y con qué poco puede uno alzar el vuelo, si tiene sentimientos que lo agarran. Y miro a Frida y lo mando todo al cuerno, y

A qué beso te refieres.

Me dices "ven a darme ese beso" y yo no sé a qué beso te refieres. Yo que nunca he besado y estoy suspensa y tú, que no sé cuántos dieces tienes. A ver si voy a darte un beso en los labios y me pones la frente. Y vuelvo a estar suspensa pero esta vez por no entenderte. A ver si te doy un beso en la mejilla, y avanzo hasta la barbilla y me cortas el paso. Y me detienes. Y me dices que he agotado el cupo de besos pendientes y me quedo con las ganas de besarte más veces... Yo que no sé si te refieres a un beso de buenas noches o a un beso de quédate siempre. Si a un beso corto, o de compromiso, o de boda, o de niños, o de esos que dan calambre. O largo, o guarro, o decente, o de esos que pierdes el norte y el equilibrio, o de esos de película de Hollywood o cine western. Me dices que me esperas y que si voy a bajar a por él, que es mío y que me lo he perdido. Y pienso que no me lo estás diciendo tú, sino que me lo están gritando tus labios. Que

Como dos auriculares.

Estabas liado, como los cables, los nudos del pelo, como cuando uno no se peina o permanece un día despeinado o las luces de Navidad cuando vuelven a sacarse para ponerse en el árbol. Estabas liado, hecho un lío, como la maraña de pensamientos de quien quiere decir mucho y no le salen las palabras, y al final no dice nada y siente que nada tiene sentido. Liado, ocupado, de tener mil quehaceres y en ninguno de ellos quepo yo; hasta que te acuerdas de que existo porque he vuelto a ser yo. Liado como los cables... Como las bufandas al cuello, como las pelusas en el suelo, como los ovillos de lana que persiguen los gatos o como las bolas de los desiertos... Liado como dos lenguas que se entrelazan, como tus dedos envolviendo el cigarro que después te vas a fumar. De mil maneras liado, y yo sólo quiero verte de una, liado conmigo, a mi lado. Liado conmigo, como dos auriculares mientras suenan canciones y no existen manos que puedan separarnos. Liados tú

A ver si me ubicas.

No sé si ayer saliste y te encendiste, ni si anoche te apagaste. No sé ni dónde estuve yo. Mi cuerpo en esta cárcel, eso lo sé. Mi mente perdida, por las calles, buscándote. No me entiendo ni yo. A ver si me ubicas, o al menos ayudas, o al menos comprendes. No a mí, yo no necesito tu ayuda. Tan sólo me bastan tus labios. Tan sólo para que me crezcan alas y pueda volar a otra parte. A ver si me ayudas. No a mí, ya lo sabes. A mi mente para lograr encontrarte. Dónde te encuentras, ¿acaso lo sabes? Dónde buscarte. Mándame señales. Muéstranos tu mapa, lánzanos tus redes. Márcame en las sienes dónde puedo encontrarte. Márcanos las coordenadas de por lo menos, tu ombligo y su oasis. Las escaleras de tus vértebras que Dios sabe a dónde conducen, al balcón de tus ojos, o a la raíz de tu origen. Las cuevas de tus costillas, las montañas de tus hombros... Dios sabe a dónde conducen, por dónde el sol se esconde. Hazles una X en rojo. Con el rojo de tu sangre

Contigo todos los días es fiesta.

Espero que estés bien, que sea una luz tu sonrisa y tu corazón un tarro de purpurina y pueda verte brillar desde aquí. Porque si no estás bien, no te quiero leer. No te quiero leer así. Porque si no estás bien, las estrellas se apagan una a una. Hay trenes que se paran y algunos mares se vacían. Y algunas personas lloran. Porque si no estás bien, no te quiero leer así. Porque veo a niños llorar sin saber por qué, pero por ti. Veo que algunas luces se apagan y oscurecen los caminos. Veo que incluso duele soñar porque no se va a cumplir. Porque si no estás bien, siento que el mundo pesa más porque tú le aportas esa fortaleza, fuerza y optimismo. Porque con tu calor el invierno es menos frío. Porque si no estás bien, si quieres puedo hacer malabarismos. Con mandarinas. O aprenderme cien mil chistes cada día sólo para hacerte sonreír. Espero, que quien te coja de esa mano; de cualquiera, la derecha o la izquierda, o de las dos; te vuelva feliz, te haga soñar más

No andamos muy lejos.

No andamos muy lejos, se escuchan risas en el eco y también se escuchan llantos. La tierra que nos vio nacer se derrumba tras tus pasos mientras caminas descalzo, a paso lento, derrotado. La tierra, mientras, se va secando y agrietando y desenlazando. Eres la luz que se va apagando. Eres burbujas de agua minúsculas que se van marchando. Mantenías a la vida fértil con tus ojos diminutos y ahora te estás marchando; cansado de tener el corazón tan grande, cansado de que unos nada y otros tanto. Ahora te estás marchando igual que aquellos que mantenían tu vida en lo alto y un día te soltaron la mano. Aquellos que un día te pusieron muros pero no lo suficientemente altos, y los saltaste y lo abarcaste todo; pero te diste cuenta de que te faltaban manos, porque a veces pasa, como la vida mientras te quedas esperando. Te escucho decir que quienes quisieron estar, estén y quienes no quisieron, que se marchen. En tu mirada el vacío denota cansancio. Nosotros

Por donde nos veremos.

Dices que nos veremos por "ahí", pero déjame que sea yo quien diga dónde nos veremos. Nos veremos por los bares que pisemos por primera vez y cuando los girasoles de tu campo barbudo se giren para verme. Nos veremos por las calles cuando brinde la oscuridad y nadie baile, y cuando suene una guitarra en un local de mala muerte. Nos veremos por las noches con la luz de tus dientes lunares y nos veremos en los ojos tristes de quien tiene un vacío en la mirada. Nos veremos en sueños absurdos, planetas diminutos y mares inmensos, puede que dentro de unos meses, quizá dentro de milenios. Nos veremos cuando aprenda a marcharme a tiempo antes de que sea tarde y me agarre a tus redes, nos veremos cuando tú te acuerdes de mí, seas cobarde y no me lo cuentes. Nos veremos cuando leas mi nombre y cuando mi pulso despegue, cuando el tiempo se nos vaya de las manos y empecemos a guardarlo entre los dientes. Nos veremos por ahí, por donde sea, tarde o temprano

Mi mejor opción.

No eres tú por no buscarme, ni por no abrazarme como si fuese una guitarra, ni por no mostrarme tu sonrisa ancha que me absorbe, ni por no estar con tus detalles que me enganchan. No eres tú por el secreto de año nuevo, ni por tu traje y corbata imaginarias, ni por tus manos, ni por tus palabras. No eres tú por no haberme esperado, ni por no haberme preguntado, ni por no haber querido verme. No eres tú por esta tristeza que me causas, ni por la pérdida de tiempo buscándote en otras barbas, en otros trajes, en otras sonrisas; no eres tú por haberme calado hasta las trancas, por haberme dejado sin aire. No eres tú por crearme ilusiones y después rompérmelas al no contestarme, ni eres tú prometiendo cosas de las que luego te olvidas y ya nadie sabe. No eres tú por los nervios previos, el corazón envuelto y los labios pintados; ni eres tú el vestido y las ganas de verte, por si pasaba algo. No eres tú por los brindis ficticios, ni por aparecer en mis sueños,