Ya quisiera yo.

Ya quisiera yo dormirme en tu ombligo,
morderte la barba y bailar en tu pecho.
Besarte los mofletes, no dormir por observarte
y contarte las pestañas una a una.

Ya quisiera yo ser de barro para que
me convirtieras en escultura y pudieras amoldar
con tus manos mis curvas.

Ya quisiera yo ser pequeña para ir guardada en tu bolsillo, aguja para
girar dentro de tu reloj y anillo de Saturno para estar
alrededor de tu dedo corazón.

Ya quisiera yo ser casa para alojarte y resguardarte del frío,
viento para soplarte la cara y evitar que pases calor,
agua para refrescar cada poro de tu piel y cama para
cuidarte mientras sueñas y vences a tus miedos
que son abismos.

Ya quisiera yo ser guitarra para que me hicieras cosquillas
con tus dedos y me tocaras con caricias haciéndome, en un solo,
llegar al éxtasis.

Ya quisiera yo pasear por los senderos de tu espalda
y recorrerte con mi lengua como si fueras mi helado preferido.

Ya quisiera yo ser luz para encenderte,
vivir en tus pupilas para ver el mundo con tus ojos
y ser suelo para poner el mundo a tus pies.

Pero lo que más quisiera yo ser, lo que más desearía de todo,
es ser camino para esperarte siempre a la vuelta
y verte volver.

Verte volver cabizbajo con el labio torcido por no poder con el olvido,
mientras yo con una tierna sonrisa en los labios,
te voy abriendo los brazos a cada paso que das para que sepas
que siempre seré hogar, aunque tú no me quieras llamar casa.

Porque siempre te esperaré aunque crea que no lo haga,
porque si lo hago consciente, no vuelves.
Porque siempre te esperaré diciendo que no lo hago,
que ya no más,
sólo para sorprenderme cuando apareces.

Porque las vueltas valen el doble que las idas y
el mundo es menos malo porque
Vuelves.

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