No te voy a dejar por imposible, sólo por improbable.

Me gustaría decirte que si fueras a venir a las 5 de la tarde,
yo estaría esperándote en la estación de autobús o de tren,
en el aeropuerto o el puerto, allí en donde pudiera verte aparecer
como un avión llegando a su destino. Mis brazos podrían ser
perfectamente tu pista de aterrizaje. Y te estaría esperando desde las 12
del mediodía por si se adelantara tu barco, tu autobús, tu tren, tu avión.
O aunque se retrasara horas o días.

Me gustaría decirte que puedo dormir por las noches,
pero tengo tus pestañas entre las mías haciendo presión
para que no cierre los ojos. No entienden que aunque los cerrase,
no dejaría de verte. En el fondo las entiendo, a veces los miedos nos pueden.
Y a veces es mejor no arriesgar que afrontar el olvido.

Me gustaría decirte que no te quiero pero haces presión en mi pecho,
te mueves como un feto haciéndose notar, dando ligeras patadas entre mis costillas.
Asciendes hasta mi garganta en un segundo y me quiebras la voz,
me recuerdas lo que siento y no te sé mentir. No te sé decir que no te quiero
si te siento dentro de mí. Tampoco aunque estés lejos.

Lo que sí te voy a decir es que a veces uno debe darse cuenta de que el barco
ya ha zarpado y llegado a su destino. Más bien, que zarpó hace un tiempo.
O que dicho barco nunca cruzó ningún mar, sólo mis pensamientos.
Que sólo Edward Bloom seguiría insistiendo, tirando, intentando retener.
Sólo un iluso.

Lo cierto es que yo siempre he sido una ilusa, pero no tanto
como lo idiota que he sido contigo.
Por eso no quiero volver a hacer acto de presencia,
al menos quiero intentar no hacerlo.
Decirte que siempre sabrás dónde encontrarme, porque voy a estar siempre.
Porque no sé no estar. Decirte que no te voy a dejar imposible.
No porque no quiera, que sí, es verdad que no quiero.
Pero también es porque no puedo.
Así que no te voy a dejar por imposible, de veras,
pero déjame decirte que sí por improbable.

(Ojalá algún día vuelvas.)

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.