Ojalá fueras un libro.

Ojalá fueras un libro.
Un libro eterno, interminable
con olor a nuevo y aspecto antiguo.

Ojalá pudiera doblarte las esquinas
para remarcar mis frases favoritas,
ponerte corazones en algún margen,
subrayarte con lápiz, con algún bolígrafo
y subrayadores de colores.

Ojalá fueras de verdad un libro,
uno de bolsillo al que poder llevar siempre en un bolso
a todas partes por si un día me pierdo,
o por si un día me toca esperar de más
o por si un día empiezo a olvidar todo lo que hoy recuerdo.

Ojalá fueras un libro de bolsillo pequeño que entrase
en el bolsillo de una sudadera,
o tan pequeño que entrara en el bolsillo de las camisas
que está a la altura del corazón. Tendrías una portada preciosa,
de rojo terciopelo.

Yo podría ser tu prólogo, nudo y epílogo.
Podría ser todo lo que tú quisieras,
siempre y cuando tú fueras un libro.

Ojalá realmente lo fueras,
para poder tenerte descansando en mi mesita de noche cada día
y así podrías salvarme siempre después de cada pesadilla.

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