Echarte de menos.

Crees que no te echo de menos,
que si algo echo de menos
es si acaso a tus abrazos,
y no sabes que para mí
eres mucho más que eso.

Porque callo y te pienso,
y te escribo en secreto,
y aunque me muero por correr
hacia tu encuentro,
te espero con mis ganas.

Eres mucho más que los abrazos que me das,
aferrándote a mi cuerpo,
haciéndome sentir a salvo,
siendo la definición perfecta
de hogar y casa.

Eres mucho más que tus brazos,
tus ojos, tus manos, tu cuerpo;
aunque me atonten cuando pasas
y sienta que voy a desfallecer
en el suelo.

Eres mucho más que lo que me provocas,
aunque me cortes el aire y
me atravieses los pulmones con cuchillos
afilados como si fuese un cúmulo de caricias
provocadas por el tacto suave de una pluma.

Eres todo lo que ocurre
cuando te veo la cara, abres la boca,
me muestras los dientes y me acerco a tu cuerpo.

También todo lo que pasa
cuando no nos estamos viendo,
cuando me provocas taquicardias con palabras,
me embelesas con acentos
y me revuelves los nervios
cuando estás a escasa distancia.

Y lo que no sabes es que te echo de menos,
y si por mí fuese te vería todos los días;
por ti entraría a la iglesia
los viernes y domingos;
te dedicaría una biblioteca entera y propia.

Escribiría un libro entero sobre tu boca;
y si hoy te olvidase mañana volvería a mirarte
y tendría en los ojos las mismas llamas,
las mismas ganas como la espuma que me sube
cuando me rozas.

Tú crees que no te echo de menos
pero mis ojos te miran
sin descanso cuando estás a centímetros
porque un descanso para ellos es un infierno,
un abismo, un atentado a la vida.

Porque puede que creas que no te echo de menos
porque no te digo nada, porque siento que te aprieto,
que te saturan mis palabras, mientras yo si por mí fuese,
me aferraría cada día a la idea de tenerte cerca un rato.

Como una tarde que pasaba muy cerca de tu espalda
y no te dije nada, no porque no quisiera decirte,
sino porque tenía el corazón en la garganta
y en la boca un atentado provocado
por tu cuerpo proclamándose humano
a centímetros del mío.

Tú crees que no te echo de menos,
y por supuesto que lo hago;
cuando no nos vemos las horas pasan tan lentas
que en vez de dos meses parece
que haya pasado un milenio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.