El corazón como el café.

El corazón como el café
también se enfría.

A veces imagino que me invitas
y no llegas y el camarero me avisa
de que tiene que echar el cierre.

Y me entra la locura de esconderme
en una esquina y esperarte
sabiendo que no vas a aparecer.

Y otras veces imagino que apareces
y el corazón empieza a hervir,
que la piel se me derrite como la cera
de una vela y al rozar mejilla con mejilla
te dejaré una quemadura.

Y me sube la felicidad de golpe
como el alcohol cuando no he probado bocado
porque sólo tengo hambre de ti.

Porque sólo me sacias tú, o eso imagino,
y me matas de hambre.

Y me matas y te olvidas de que llevas
mucho tiempo sin verme, y pienso que
ya se te habrán olvidado mis pupilas.

Porque llevo más de un mes sin fumarme ni beberme
tu aire en el ambiente y tengo mono de ti.
Y te echo de menos a la vez.

A la embriaguez de verte, pero no al tembleque
de pestañas y taquicardias mal llevadas
que no llevan a ninguna parte.

Y no recuerdas cuándo fue la última vez que me viste,
porque no estabas mirando, como siempre.

Y yo no sé qué puedo hacer,
pero a ver si mientras lo pienso el corazón se me enfría.

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