Te estoy esperando.

Te he estado esperando
como se espera a las cosas
que uno sabe que no van a volver en la vida.

Te sigo buscando por calles, bares y ruinas
pero tus colillas ya no existen
sobre el asfalto.

He imaginado que pasaba y sonreías
y me retenías entre tus brazos
y te enredabas a mí como una madreselva
y trepabas y reptabas
como planta y serpiente
como si yo fuese fachada,
casa o edificio.

Y he creído que algunas noches
te oía aullar como los lobos por mí
como si me hubiese convertido en luna,
sin saberlo.

Y he sentido en la noche al desvestirme
que tus manos suavemente me quitaban
el vestido, con la calma de la brisa
y la paz de una playa a solas en la noche.

Y me he visto llorar
por las esquinas en las que te busco sin descanso
y me he despertado con la marca de tus colmillos
en el cuello, como un licántropo de la noche,
bestia en celo hambrienta de erotismo.

Y aún te sigo buscando,
te estoy esperando,
con los brazos abiertos
y el pecho encendido.



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