Sueños.

Hace un tiempo volví a soñar contigo.
Eras tú con poca barba, bebiendo cerveza,
jugando al billar vestido a rayas.

Eras tú y yo te miraba sin saber disimular,
y quitaba y te ponía la mirada encima
de forma tan descarada,
cincuenta veces en un mismo segundo.

Tú también me mirabas pero veías más pared
que persona, más a la nada que a mí
y tampoco sé si había alguien detrás.

Eras tú y yo te miraba
y no sabía con qué cara hacerlo,
pero tan sólo eso quería; mirarte
y no apartar de ti la vista
y disfrutar de cada milímetro tuyo.

Observarte con los ojos encendidos,
como quien disfruta de un museo en soledad
y lo tiene todo para sí mismo.

Admirarte, sin poder tocarte,
porque me arderían los labios
si te rozase la cara.

Ayer volví a soñar contigo.
Me llenabas de besos el cuello
y de caricias los brazos.

Nos escondíamos juntos y el mundo no importaba,
el mundo éramos nosotros y lo demás
tan sólo era un decorado y un sinsentido;
los demás tan sólo eran fantasmas.

Dices que es porque nunca coincidimos,
pero tú tampoco haces nada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.