Desde aquella noche.

No lo soñé porque aquella noche ocurrió.
Ocurrió mientras el mundo
se paraba entre nuestros ojos.

La luna se encontraba a medias,
con su sonrisa traviesa y su vestido
de luces cubriendo como un manto
el cielo oscuro.

La luna brillaba dibujando una sombra blanca,
yendo al revés del mundo, sobre el mar.

Tus ojos centelleaban en la oscuridad
y una multitud de fuegos artificiales brindaba en el cielo,
y crecían y morían y antes de ello bailaban en tus ojos
que estaban puestos fijos en los míos.

Tu espalda parecía de seda, y entre caricia y caricia
con las yemas de mis dedos
sentía que podía acariciarte la vida
incluso si me dejaras.

Ahora que te noto lejano, que te quiero morder las mejillas
y besarte en los labios, he llegado a creer que soñé aquella noche.

Pero no lo soñé porque aquella noche ocurrimos,
y desde aquella noche tan sólo a ti te quiero mirar.


Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.