El sur.

Recuerdo el sur y su calor,
casi tanto como te recuerdo a ti.

Recuerdo aquellas canciones que olían a sal
y que hacían girar los volantes de mi falda
mientras todo olía a lavanda y tus ojos me miraban
como si todo siguiera igual.

Recuerdo que el tiempo volaba
y yo contigo al atardecer,
como pájaros agitando sus alas
sobre el naranja que anuncia el fin
y la muerte del sol naciente.

Recuerdo que cada vez te agarrabas menos a mí,
que ya no te importaba derrapar. Mis curvas
ya no eran para ti; te ibas a soltar.

Recuerdo que me quisiste mal,
con el corazón en un pozo
que parecía que no vería más la luz.
Supuse que no podías quererme mejor
porque tu ausencia siempre rompía el cristal
que había entre los dos. Llegaba de golpe
sin avisar, tal y como lo hacías tú.

Recuerdo el sur;
todo tu rojo y todo mi azul.

Recuerdo que pensaba cada día
que tú eras el sudor que me recorría el cuerpo,
que de alguna forma me tocabas.
Que aún me seguías sintiendo.

Recuerdo que me habría gustado encontrarte
en otra persona. Y que siguieras siendo tú.
Y aún lo sigo queriendo.




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