Me has poblado.

Lo has poblado todo, hasta mi cuerpo.
Has poblado mi alma y todos mis recovecos en contra de mi voluntad.

Has poblado mis manos convirtiéndolas en un mapa
donde aparecen dibujados todos los caminos de tus huellas
dactilares. Has poblado mis ojos y tan sólo puedo verte
en lugares en los que nunca te he visto y en desconocidos
cuando los tengo de frente.

Tengo todas tus palabras atadas alrededor de mi columna vertebral,
el reflejo de tus ojos en mis pupilas,
tu voz en mis oídos como eco preso con forma de espiral.

Tengo tus manos incrustadas en mi cabeza
y no las consigo borrar ni con otros tactos,
ni otras sonrisas ni otras miradas ni con nada.

Nada, nada, nada. Estoy llena por ti
pero tú no estás.

Lo has poblado todo y todo está lleno de ti.
Me muevo por el día dando pequeños saltos
que me acercan un poco más a ti,
pero tú siempre estás lejos.

Y mi cuerpo,
que gracias a ti llegó a ser campo,
un día de estos se va a comenzar a pudrir.

Me has poblado con sólo ser
y eso es algo que nadie más se puede permitir.



Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.