¿Cómo narices te digo No?

Porque para que nada nos separase,
nada nos tendría que haber unido
y te convertí en extensión de mi cuerpo,
de mis labios, mis manos y mi corazón.

Llegué tarde a los contratiempos,
firmé con los labios y envolví mis sentimientos,
sin leer la letra pequeña que decía que no estarías aquí.

Porque dicen que uno no puede deshacerse
de aquello que ya está consigo,
y por eso me digo que no pero a ti te digo que sí
con una sonrisa en los labios, estrellas en los ojos
y el corazón dando tumbos montando una revolución.

Porque prefiero tu seriedad a la sonrisa de cualquier (des)/conocido,
tus idas y venidas aunque provengan de cualquier dirección.

Porque te prefiero a ti sin estar que a cualquiera a centímetros,
aun sabiendo que es probable que te encuentres a años luz.

Porque te prefiero a ti a ratos siempre. A ratos toda la vida.
A ratos aunque sea nunca o tan sólo a veces,
aunque sea lejos.

Y eso me parece terrible.
Que no estés cerca,
que no te importe,
que no te olvide
y me olvides tú.

Sólo quiero decir no,
que no, nunca, jamás.

Pero contigo siempre es sí
como si tú fueras piscina y yo una niña con manguitos
deseando saltar a mojarme,
deseando correr a besarte,
deseando ir hacia tu ciudad por si te encuentro por algún balcón.

¿Cómo narices te digo No?
Si te veo y se me escapa la vida en suspiros,
si te escucho y me muevo dando vueltas a tu alrededor,
si ojalá pudiera ser la llave especial que ablandase tu coraza
pero no sé ni siquiera cómo mantenerte cerca de mi corazón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.