No habrías podido.

Yo dormí a los pies
de un callejón que conducía
a tu puerta,
y quizá a tu cuerpo.

Y no pensé que así
pudieras salvarme
de todas las cosas.

No habrías podido saberlo.
No habrías sabido hacerlo,
tampoco.

Y aunque hayamos sido niños
y estado tan cerca,
y tú siempre un poco más
que yo incluso,
no habrías podido saberlo.

Y yo aún entonces,
habría seguido siendo
la misma.

El mismo cero a la izquierda,
la misma niña invisible,
la baldosa partida,
el viento ante el cual
cierras la puerta.

No habrías podido saberlo,
y de haberlo sabido,
tampoco habrías podido salvarme
de todas las cosas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.