A ti no.

Esta noche he soñado contigo
y no te lo puedo decir;
porque me niego a seguir mis huellas,
aquellas que otras veces creé
para contar tus lunares.

No te lo quiero decir
porque una parte de mí me recuerda
que mis ojos no quieren ver
que no me quieres,
y quizá eso sea lo que más duele
de tener el corazón roto.

No saber verlo, no querer verlo;
seguir sintiendo, vibrando, latiendo
por alguien que no te ve
ni como tú te ves
en tu mejor momento.

Esta noche he soñado contigo,
que por fin me decías de salir,
y yo emocionada te dije que vale.

Pero entonces desperté
y volvimos a no coincidir,
ni siquiera en el mundo de los sueños.

Yo no sé a dónde me llevan estos pasos
pero la televisión me recuerda a ti a veces;
y sobre todo las canciones.

Sobre todo estás en las canciones
y mientras bailas y sonríes,
yo no sé ver que yo no soy tu aguacero;
tu tormenta, tu brisa,
tu llama en el pecho.

Yo no sé, siempre he vivido lo mismo;
la misma desilusión constante
una vez tras otra
por algo que no nace dentro de otro cuerpo
mientras dentro de mis venas, en mi propia sangre,
envejece el sentimiento
por no saber quitarle a tiempo
el hierro a este amor que brota.

Y aunque siempre me pase lo mismo,
no aprendo. Quizá por recordarme
que aún tengo la capacidad
de que alguien me atrape.

De que alguien me remueva por dentro
y se lleve lo mío con las manos vacías,
sin saber siquiera que me atracó con una mirada
y me desvalijó la piel y el corazón
con su veneno y los alambres de sus manos.

Que yo no quiero esto,
nunca más; que tan sólo deseo
inhibirme, que esta necesidad innata
se vaya apagando.

Abrirme en canal para que entre la furia
del viento y me apague las velas,
me funda los plomos,
me corte la luz y me deje sin recursos,
a oscuras con soledad
bailando para olvidarte.

Porque yo no sé a dónde me lleva todo esto,
sólo me repito:
a ti no,
a ti no,
a ti no.

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