Usted puede estar triste.
Claro que usted puede estar triste,
y feliz, pero también puede estar triste
y querer llorar.
Y salir al mundo y ver
que el frío empaña sus ojos
y no esconderse por si la consideran débil.
Y no preocuparse por que el calor sonroje
sus mejillas y sea maquillaje
natural.
Y claro que usted puede sentirse rota,
y usada y decaída aunque no debería,
pues no lo merece.
Como tampoco debería desear morir
al despertar.
Porque merece reír y que la vida la mire.
Y la lluvia la bese y el viento
la envuelva en caricias.
Pero lo que venía a decir es que claro que usted
puede sentirse triste. Y pueden verla triste,
y puede mostrarse dañada y en soledad,
y no por ello dejar de ser mujer
ni fuerte.
Ni valiente,
ni mucho menos bella.
Claro que usted puede mostrarse triste
si así lo siente, pues incluso las flores
se marchitan.
Y las montañas se erosionan.
Y no por ello dejan de ser.
Y no por ello uno deja de amarlas.
Ni mucho menos deben prohibirse
volver a amar por si vuelven
a estar rotas, dañadas. Tristes. O en soledad.
Porque siempre habrá una luz que irrumpa
entre las ruinas,
y una flor que crezca en cuanto el suelo
se agriete.
Y no es ahí cuando vuelven a ser,
porque ya eran.
Es entonces cuando se demuestra
que eran fuertes
incluso cuando parecieron
ser vencidas.
y feliz, pero también puede estar triste
y querer llorar.
Y salir al mundo y ver
que el frío empaña sus ojos
y no esconderse por si la consideran débil.
Y no preocuparse por que el calor sonroje
sus mejillas y sea maquillaje
natural.
Y claro que usted puede sentirse rota,
y usada y decaída aunque no debería,
pues no lo merece.
Como tampoco debería desear morir
al despertar.
Porque merece reír y que la vida la mire.
Y la lluvia la bese y el viento
la envuelva en caricias.
Pero lo que venía a decir es que claro que usted
puede sentirse triste. Y pueden verla triste,
y puede mostrarse dañada y en soledad,
y no por ello dejar de ser mujer
ni fuerte.
Ni valiente,
ni mucho menos bella.
Claro que usted puede mostrarse triste
si así lo siente, pues incluso las flores
se marchitan.
Y las montañas se erosionan.
Y no por ello dejan de ser.
Y no por ello uno deja de amarlas.
Ni mucho menos deben prohibirse
volver a amar por si vuelven
a estar rotas, dañadas. Tristes. O en soledad.
Porque siempre habrá una luz que irrumpa
entre las ruinas,
y una flor que crezca en cuanto el suelo
se agriete.
Y no es ahí cuando vuelven a ser,
porque ya eran.
Es entonces cuando se demuestra
que eran fuertes
incluso cuando parecieron
ser vencidas.
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