Quién pudiese, Barcelona.

Quién pudiese volver a sentir
tu acento en el paladar,
tu nombre recorriendo por la lengua
libre y desnudo

y tus colores parpadeando en los ojos
sin ningún tipo de miedo por cegar,
Barcelona.

No es de extrañar que Zafón
escribiera incluso sobre tus recovecos,
allá donde Marina escondió las respuestas
a todas nuestras preguntas.

Y por ello debieron hacerle
una calla tan larga como su piernas.
Debió de ser por eso
y no por otra cosa.

Y es por eso que hay personas
que aman a y en ti.

¿Cómo no irían a hacerlo?
Si te has vuelto lugar al que quiero
estar volviendo toda la vida.

Al que quiero volver
cuando me cierro de piel
hacia adentro y me pongo a recordar.

Quién pudiese acariciar tus callejones flacos
y enseñarte los pies en el mar.
Quién pudiese viajar hasta ti de nuevo,
Barcelona.

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