Lo que pudo haber sido, lo que quise que fuera y lo que acabó siendo.

Desearía escribirte cada día
y que tú me respondieras,
riésemos durante horas
y al día siguiente tú me buscaras
como si fuésemos niños jugando
al pilla-pilla que no se cansan nunca
de buscarse.

Pero eso no pasa,
y desfilo entre el todo y la nada,
entre hablarte o no hacerlo,
desearte las buenas noches
o quedarme con las ganas.

Me desfilo entre la duda
de si contar el tiempo,
esperar semanas para volver a escribirte;
la misma rutina de siempre
que tanto me quema.

Desearía que me buscaras,
me llamaras; que contigo fuese todo fácil,
circular y cómodo, como nadar
en un mar que conocemos bien
y no es profundo; que no tiene la capacidad
de ahogarnos con un par de palabras
puestas en el momento erróneo.

Porque lo fácil debe ser
respirar despacio,
coger aire, suspirar lento
y poder decir te quiero
sin que te tiemble todo el cuerpo
por el miedo al silencio
que le seguirá a esas dos palabras.

Y no sabía si escribirte
y al final lo he hecho, lanzándome
a la piscina, de cabeza,
y te he deseado las buenas noches
porque algunas veces tú me has dado los mejores sueños.

La paz más calma de mi pecho;
y he podido dormir como una niña
que siente la paz en el mundo
porque duerme en un pecho lejano y ajeno;
que es el tuyo, aunque tú ni siquiera lo sepas.

Te he deseado las buenas noches
y tú te has quedado dormido antes de tiempo, yo supongo;
has cerrado los párpados y vuelves a ser cachorro,
un bebé precioso acurrucado en su cuna
de noventa, por lo menos.

¿Porque cuánto medirá tu cama?
¿A qué olerá tu pelo?
¿Hablarás en sueños?
Y mientras te imagino con tu leve
movimiento de pestañas,
deseo cubrirte la cara de besos.

Y mientras tú duermes
y yo no consigo hacerlo porque te imagino
adentrándote en el mundo donde todo es posible,
hasta un futuro nuestro,
suena esa canción que te deja en medio
y que hace que vuelva a recordarte.

Suena With or without you,
igual que sonaba la última vez que nos vimos,
que nos mirábamos de frente.
Y no me pongo triste, no me duele,
sólo me aprovecho del momento
para volver a recordarte.

Volver a recordar lo que fue bonito;
lo que pudo haber sido, lo que quise que fuera
y lo que acabó siendo, que todo fue tan distinto
que no coincidió en nada.

Sólo en que estábamos nosotros
en el mismo lugar, en el mismo momento
pero con distintos pálpitos.

Todavía recuerdo cómo el sol te brillaba en la cara,
cómo tu boca me llamaba a entrar
sin necesidad de pedirte permiso,
cómo yo giraba alrededor de tus pasos
y del corazón que te latía entre los agujeros
que se entreabrían de tu camisa de cuadros blancos y negros.

Y mientras la canción suena,
yo recuerdo tu mirada, tu sonrisa,
tu beso en el aire viajando de tu mano;
mientras yo deseaba que me llegara
a los labios antes de que se evaporase.

Yo recuerdo mi mano y su "ven",
deseaba que vinieras porque sabía que ese era el momento
perfecto para cruzar miradas y quizá enlazar también las manos;
la espera interminable de los segundos consumiéndose,
el tiempo agotándose mientras tú sonreías entre tus amigos
de las tonterías del momento a lo lejos.

Recuerdo la soledad, la mía,
de quien no entendió
que lo que yo quería podía llegar
a ser con tan sólo dar, tú, unos cuantos pasos.

Y así acabo siendo,
todo tan distinto a como yo deseaba;
pero me quedo los recuerdos,
que a veces con tan sólo eso me basta.

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