Podría dormirme aquí mismo.

Tengo el sonido del viento
aún susurrando 
entre los palos de las embarcaciones.

Podría dormirme aquí mismo.

De pie, con los ojos abiertos, 
sintiendo las caricias del mar 
en los pulmones. 

El choque de mástiles, 
el sobresalto de la pequeña ola 
cuando llega al fin de su viaje 
-a la orilla- y comienza su regreso. 

La paz reflejada en un ave en el agua 
dejándose llevar por el vaivén. 

La simplicidad en un pato 
mientras la brisa le susurra. 

La calma en la musicalidad del viento 
y la electricidad en el reflejo 
de los mástiles en el agua.

Podría dormirme aquí mismo.

De pie, con los ojos abiertos, 
y es posible que sintiera lejos 
el mundanal ruido y sus prisas.

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