Yo antes no salía.

Antes no salía ni tampoco estaba dentro
de mis planes hasta que te descubrí
un sábado cualquiera.

Recuerdo que una noche te abracé
y después tú lo hiciste más fuerte
apretándome contra tu caja torácica y
rodeándome con tus brazos de Dios del Olimpo.

Recuerdo que sentía mi pulso en mis oídos
pero no tu corazón, no tus latidos;
ni sístole ni diástole.

En ese momento pensé que deberíamos vernos más,
también sentirnos y oírnos. Dejar que nuestros cuerpos
se deleiten con palabras y gestos mientras nuestros ojos se miran
como dos luceros fijos, embobados porque nunca antes
habían visto nada igual.

Pero cuando te veo me entra taquicardia,
y cuanto más cerca te tengo más me cuesta respirar.
Y no sé cómo eres capaz de arrebatarme el oxígeno
sin mirarme ni cruzar palabra con mis labios.

No sé cómo eres capaz pero me pesa el corazón
cuando te hablo y veo que no sientes lo mismo
y me muero un poco más.

Nosotros que podríamos hacer de esta cama un paraíso
y que esta vida fuera algo distinto;
pero tú me olvidarás y yo empezaré a soñar contigo.

Y cuando me hablas, no das un ligero paso al frente,
sino cuatro para atrás y yo siento que tropiezo en cada escalón
hasta caerme por esta gran escalera que es la vida.

Y por eso, ojalá no quisiera hablarte
o que estas ganas fueran a menos
pero mi corazón está hecho de impulsos
y salta en camas elásticas.

Y te juro que estoy tratando de olvidarte
pero esta asignatura siempre la suspendo.
Estoy tratando de encontrar la puerta por la que salir de ti,
pero es que o está muy oscuro o hay mucha luz;
o está muy cerca o muy lejos.

Y cuando te veo, las pupilas se me dilatan más todavía.
Y cuando el corazón me pide paz,
yo te miro de reojo.

Y cómo quieres que sepa por dónde salir
si entré de casualidad porque tu barba se acomodó entre mis mejillas,
tu mano en mi cintura se enlazó a mi alma y tus ojos me mordían la lengua
mientras en tus labios encontraba la calma.

Y cómo quieres que sepa por dónde escapar
si llegaste y me pillaste con el corazón sin preparar,
despeinado, virgen y sin envoltorio.
Totalmente desnudo y hambriento,
muerto de sed con ganas de lamerte la vida
para convertirla en agua en el pozo de tu ombligo.

Pero si yo antes no salía,
y no eran estas ganas de escribirte las que me levantaban
de un salto de la cama en plena madrugada,
y aún así no me preguntas por qué no estoy dormida.

Yo antes no salía pero ahora quiero hacerlo
por si se vuelve a repetir y te veo la cara,
y me acerco a tu cuerpo
y te beso en suspiros.

Y es que al final te voy a hacer eterno
y jamás te lo pienso decir;
porque si no quieres verme, lo mejor será no hacerlo
porque al fin y al cabo yo antes no salía
y el sol va a seguir saliendo sin ti.










Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.