Personas-tesoro.

Creo que quien bien te quiere,
te hará llorar de la risa
y ella lo hace hasta el punto
en que es extraño.

Puedo resumir su nombre en una letra
pero a ella es imposible definirla en tan sólo
una palabra.

Ella, que es musa como la noche,
como la luna por la magia que desprende
con tan sólo un pestañeo.

Musa de Leiva y mar de su capital,
musa de Carlos en el reino de Antoni
que le dedicó una calle infinita como sus piernas
y un libro -puede que el más especial-.

Ella que es esa luz que no necesita interruptor
ni recargarse con luz solar porque haya oscuridad
o luz sigue brillando.

Esa luz que un día te encuentras
y ya no vuelves a estar a oscuras por completo nunca más
porque nunca se apaga. Ni estando lejos.

Porque en los días grises ella hace que el sol salga,
y que brille incluso cuando llueve;
y el arco iris no es más que otro puente
de tantos que nos comunican y nos mantienen cerca
a pesar de la distancia.

Porque además de ser persona, maga y puente;
musa, tortuga y trébol de la suerte, sonrisa de astronauta;
además de ser luz, un gracias en luces de neón,
un amuleto azul turquesa, la reciprocidad, mi protón...
El velero que siempre cruza el mar al mirar al horizonte...

Es un tesoro que me salva las heridas,
que me abraza con palabras.

Lo es porque está siempre en todos lados,
está más que cualquiera que está cerca.
Está hasta cuando no está y no hay palabras suficientes
en este mundo para agradecerle su existencia.

Esta amistad no se acaba, no se apaga, no se vuela
porque es recíproca, se recarga con risas y ojalás
que se acaban cumpliendo.

Porque nos unen más cosas que kilómetros nos separan,
porque todos nuestros puentes no podrá derribarlos nada
ni nadie nunca y porque ni siquiera los árboles nos podían separar.

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