Tu corazón es casa.

Dime cuántas veces he jugado
al juego que jugábamos de niños,
convirtiéndolo en un juego de mayores.

Cuando los dientes se nos caían
y las pupilas nos brillaban de más,
dime cuántas veces he jugado
a taparme los ojos y correr en círculos
hasta llegar a ti.

Y ahora que soy un poco más mayor
porque el corazón me ha crecido
y tú a su mismo son volviéndote gigante,
dime cuántas veces he jugado a taparme los ojos
y correr en círculos hasta llegar a tu piel
poniendo las manos en tu pecho y gritando "casa"
hasta que me oyeran los vecinos.

Y si quieres te digo cuántas veces he jugado y he sentido en él
el mareo provocado por el vértigo de mirarte a los ojos
y verme en su reflejo, como si fuera una hormiga, diminuta,
y me estuviese preparando para entrar dentro de tu cuerpo
como si aquella fuese la misión más revolucionaria
de todos los tiempos.

Dime y si quieres te digo que alguien va diciendo
que el corazón es una puerta que se abre y se cierra
a gusto de su dueño;
y que yo siempre he soñado con esconderme dentro del tuyo
y que tú tiraras la llave muy, muy lejos hasta no poder volver a encontrarla
nunca.

Porque tu corazón es casa.

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