Pólvora de mis sueños.

"Dicen que al lugar en el que fuiste feliz 
no deberías volver nunca. 
Pero yo creo que si te hizo feliz,
 deberías quedarte para
 siempre."

Ayer fui a ver el mar de noche, a ver las olas romperse en la oscuridad. El impacto sonaba tan fuerte que parecía que hubiera monstruos marinos gigantes bajo las grandes rocas encargados de agarrar las olas con las manos y estrellarlas contra otras rocas haciéndolas pedazos. Respiraba acorde al vaivén de las olas y prestaba mucha atención por si se escuchaban las risas maléficas de los monstruos o sus ansias de destrucción. Tal vez se sentían muy solos allá abajo en la oscuridad, pero no creo que más solos que lo que me siento yo.

Regresando a casa, me encontré la calle vacía por completo e iluminada únicamente por la luz de las farolas. Se escuchaban a lo lejos las risas de algunos jóvenes borrachos volviendo de fiesta o tal vez yendo a ella... De pronto, apareciste tú paseando a tu perro entre la oscuridad deslumbrándome. Estabas escuchando música a través de tus auriculares blancos. Me habría encantado colarme en ellos y dependiendo de la música que estuvieras escuchando, bailar en tus oídos.

Me perdí en los pasos que daban tus pies como una idiota, como si de repente fueras tú el centro del mundo. Me perdí en tu forma de caminar, en tu forma de moverte sobre la calle oscura. Me miraste en tres ocasiones y fue inevitable que no sonriese de forma tonta. No estoy acostumbrada a que alguien me mire tantas veces seguidas.

Cuando entraste a tu casa, yo finalmente entré a la mía para ver qué luz de tu casa se encendía y así descubrir dónde se localiza tu habitación. Quería saber cuál era tu ventana para colarme en tus sueños y salvarte de las pesadillas de madrugada.

Cuando fui a la ventana a ver qué luz se encendía de tu casa, observé que en la calle, en la puerta del edificio que hay frente a tu portal había un chico haciéndole fotos a una chica. Ella se movía y cambiaba de posición cada vez que saltaba el flash. No sé si estaban borrachos o no pero al menos parecían felices y que se querían. Andaban un rato y se hacían una foto en algún lugar tonto para recordarlo al día siguiente o incluso meses más tarde... O años. Iban caminando por el centro de la calle rozándose las manos. Ella a veces se movía alrededor de él y él hacía tonterías que hacían que la risa de ella resonase desde la lejanía. Era hermoso ver cómo conectaban en movimiento las sombras de sus cuerpos.

Nos imaginé bailando en el centro de la calle, sin canción, como lo hacían ellos. Imaginé que nosotros por un momento éramos ellos. Nos imaginé bailando cogidos mientras tú me tarareabas al oído alguna canción que realmente no se parecería a la original. Y de pronto me tarareabas una letra con un ritmo desconocido... ¿La habrías compuesto tú para mí?... Quién sabe... Observé que a lo lejos, a través de una ventana alguien nos estaba mirando.
Era yo.

No sé si aquellos dos seres estaban ebrios o no. Pero lo que sí sé es que a altas horas de la madrugada no te pones a bailar con alguien en mitad de la calle a no ser que: uno, ese hombre te vuelva loca. O dos, estés lo suficientemente borracha como para soportar después de bailar que podría haber sido con otra persona pero no fue.

Las calles estaban mojadas y nos imaginé patinando sobre ellas descalzos... Antes de irme a dormir, me deshice las trenzas mirando por la ventana. Te imaginaba a ti mirándome desde tu ventana muriéndote de ganas de entrelazar tus dedos con mi pelo. Porque mientras el mundo se derrumba, nosotros seguimos sin hablarnos.

Antes de dormirme, me puse a tararear en silencio la letra de la canción desconocida que tú habías susurrado en mi imaginación hace un rato.

Decía así...
"Estaremos dando vueltas todo el tiempo
hasta que quieras ponerme en el centro de tu vida...
Estaremos dando vueltas todo el tiempo
hasta que quieras ponerme en el centro...
Y girar...
Y girar...
Siempre alrededor mía..."

Y me quedé dormida. Pero recuerdo que comencé a soñar contigo de forma tan azul que parecía que le hubiesen puesto un filtro azul a mis sueños.
Soñé que bailaba mejor sobre la cuerda floja que sobre cualquier escenario cubierto de focos que apuntaban hacia mí. Bailaba en distintos teatros. El público me aplaudía y yo sólo buscaba tu mirada entre los desconocidos.

Por último, recuerdo que los nervios me mordían el estómago y me agarraban tan fuerte el corazón que parecía que me fuera a morir. Era mi última actuación estelar sobre una fina cuerda floja. Siempre se me dio mejor bailar de esta forma, pero esta vez era diferente. Miré al público y no estabas tú en él. Eso me produjo cierta inseguridad. Caí cuando llevaba la mitad de cuerda... El público se levantó con miedo. Pensaban que moriría. Y de pronto, aparecí entre unos abrazos cogida. No hubo colisión contra el suelo pero sí contra tu corazón. Y ese impacto de un segundo, hizo que mi corazón se sincronizara con el tuyo.

Tuve una conmoción, se me abrieron las puertas del cielo y comencé a hablar en tercera persona. A susurrar otra canción desconocida... Pero esta vez era yo quien se sabía la letra de memoria.

"Sueña con llorar y que alguien calle y mantenga sus brazos agarrados a ella...
Sueña con poder contar sus penas y que alguien la comprenda mientras
llora sin cesar...
Sueña con no sentirse tan sola...
Sueña con despertar...
Sueña con que algún día el mundo la entienda...
Y encuentre a su otra mitad...
Sueña con saber lo que él sueña
y si algunas veces sueña con ella...
Sueña con bailar... Con soñar... Con reír... Con cantar...
Sueña...
Sueña...
Sueña...
Se duerme y no recuerda
qué deseaba con tantas ganas...
soñar."

Me desperté sobresaltada con la melodía de la canción desconocida en los labios como si alguien hubiese hecho estallar algo dentro de mí. Te vi desaparecer como si fueras humo.
Y comprendí que te habías convertido en nada más y nada menos,
que en la pólvora de mis sueños.




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