A veces te echo tanto de menos que ojalá lo supieras.

"Que los pedazos que se resquebrajaron
 puedan volver a unirse con estas 
palabras."

No sé qué me duele más, si quererte o que tú no lo sepas. Si estar alrededor de ti mirándote dando vueltas y que tú ni siquiera sepas que yo estoy ahí.
A veces sueño que me hablas y al despertar, prendo fuego a mis entrañas para poder resurgir de mis cenizas como un Ave Fénix.
Cómo algo tan simple puede hacerme tan feliz.
A veces te sueño y al despertar quiero morir. Dejar de respirar. Dejar de vivir. Si no respiro tu aire, ¿de qué me sirve despertar? ¿De qué me sirve dormir si no te sueño despierta? ¿Si no te beso dormida? ¿Si no te toco con mis yemas?
Tengo reservadas mis huellas dactilares para ti. Para tocarte la piel y tocarte la vida. Para tocar tus heridas y besarte y leerte con los dedos de mis manos por fin.
Cómo puede serme tan suficiente que te acerques y me hables de cualquier tontería, sonreírme porque sí o echar algunas risas tontas que acaben en morderme el labio por no poder acercarme a ti y que tú, no apartes a un lado.
A menudo te sueño y al despertar el dolor me apuñala, el vacío me perfora lentamente los órganos, a medida que van pasando las horas. Es terrible que no me veas romperme. Es terrible que no quieras hacerlo. Me rompo en mil pedazos y por las noches desaparezco. Viajo a tu cama con el aire y me cuelo entre tus sábanas. Respiro tu aliento y me vuelvo a romper. Me rompo en mil partículas de polvo que manchan tu habitación... Y aún así... No te das cuenta del desastre que acabas de crear. No te das cuenta de que soy tu desastre. Te siento más que cualquiera.
Al despertar, sé que no me vas a ocurrir. Pero aun así, conservo la esperanza en los labios. Y ésta se va volviendo más agria con el transcurso de las horas.
Y de pronto, sucede, se detiene el reloj. Comienza un nuevo día en el que tú sigues sin ser el protagonista. Se esfuma como el humo un día más pero diferente al resto porque me ha dejado un sabor distinto en los labios. Un sabor dulce al principio, con el movimiento de las agujas del reloj más agrio y más tarde, al detenerse el reloj en el punto 0 de mi corazón, un sabor a sangre me inunda los labios. Sangre que brota de los pedazos que se me han ido resquebrajando. Sangre en los labios de un corazón que siente más que bombea. Un corazón que bombea más sangre de la que recibe. Un corazón que expulsa todo lo que siente y no recibe nada. Se convierte en un corazón vacío. Se cansa. Le cuesta latir. Se seca. Se agrieta. Se parte. Se rompe.
Su sangre me inunda los labios y parece pintalabios pero no lo es. Es el dolor de un sueño roto el que me pinta los labios. Un sueño que no puedes contar. Que no puedes llorar. Que tienes que fingir una vez más con una sonrisa en los labios.
Y entonces, te miras las manos, te tocas los labios, te presentas frente al espejo y te ves. Sola. Entonces recuerdas que sólo fue un sueño. Que una vez más has sido mi sueño y que nunca me vas a ocurrir. Y que la vida sigue igual... Siguiendo su curso...
A veces te echo tanto de menos que ojalá lo supieras... A veces te sueño tan fuerte y tan real, que al despertar acabo creyendo que has escapado de madrugada de mi cama.
Y ojalá fuera real. Ojalá me fueras real.

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