Me estás llenando de recuerdos.
Me estás llenando de recuerdos
y no lo sabes,
y no me imaginas,
y eso es lo que más me hace llorar.
Me estás llenando de recuerdos
mientras bordeas mi infancia,
mis veranos en familia,
en la piscina del jardín,
saltando encima de las camas,
bajando y subiendo los escalones de madera
mientras con cada paso
los oíamos crujir.
Y no me estás imaginando
de pequeña, con flequillo
y sin flequillo,
en bañador, manga corta
o chubasquero.
Las tardes paseando por el pueblo
agarrada a mi prima como si ambas
fuésemos una.
Las cenas en familia cuando aún
estaba mi abuelo, aunque su memoria
ya se hubiese marchado.
Las tardes tomando algo
en el bar de la esquina,
comiendo pipas en la tienda de Julita,
rodeando la plaza del pueblo...;
ahora estará todo cambiado.
El silencio que nos sacudía
cada vez que papá nos llevaba al cementerio,
y me ponía triste por ver tumbas
muy pequeñas de niños que en la tierra
ya no estaban jugando.
Y quizá lo que más me duele
no sea que no me estás imaginando;
las navidades allí porque eran distintas,
los paseos por el borde del río Nalón,
el barquito a San Esteban,
lo fría que estaba el agua
cada vez que nos queríamos bañar.
Recuerdo cuando algunas y algunos
se lanzaban de cabeza,
tal vez sus pieles ya estaban acostumbradas;
la mía nunca lo ha estado.
Quizá lo que más me duele no sea
que no me estés imaginando,
sino que no estoy allí contigo.
Sonríes cuando el día está gris
y lo llenas de tu luz
mientras vistes de azul
y te fotografías en ese lugar concreto
donde hace años me imaginé junto a alguien.
No sé cómo lo haces
pero me duele tanto
que no puedo evitar llorar.
Me estás llenando de recuerdos
que no voy a poderte contar
por mucho que los guarde todos en una cajita
o los apunte para no olvidarlos.
Me estás llenando de recuerdos
y mi niña pequeña te quiere besar,
aunque no busques mi casa amarilla
ni el unicornio de la fachada,
ni me preguntes,
ni te molestes en preguntar.
Me estás llenando de recuerdos
y nunca antes me dolieron tanto unas fotografías,
que no te estoy haciendo,
en el corazón.
y no lo sabes,
y no me imaginas,
y eso es lo que más me hace llorar.
Me estás llenando de recuerdos
mientras bordeas mi infancia,
mis veranos en familia,
en la piscina del jardín,
saltando encima de las camas,
bajando y subiendo los escalones de madera
mientras con cada paso
los oíamos crujir.
Y no me estás imaginando
de pequeña, con flequillo
y sin flequillo,
en bañador, manga corta
o chubasquero.
Las tardes paseando por el pueblo
agarrada a mi prima como si ambas
fuésemos una.
Las cenas en familia cuando aún
estaba mi abuelo, aunque su memoria
ya se hubiese marchado.
Las tardes tomando algo
en el bar de la esquina,
comiendo pipas en la tienda de Julita,
rodeando la plaza del pueblo...;
ahora estará todo cambiado.
El silencio que nos sacudía
cada vez que papá nos llevaba al cementerio,
y me ponía triste por ver tumbas
muy pequeñas de niños que en la tierra
ya no estaban jugando.
Y quizá lo que más me duele
no sea que no me estás imaginando;
las navidades allí porque eran distintas,
los paseos por el borde del río Nalón,
el barquito a San Esteban,
lo fría que estaba el agua
cada vez que nos queríamos bañar.
Recuerdo cuando algunas y algunos
se lanzaban de cabeza,
tal vez sus pieles ya estaban acostumbradas;
la mía nunca lo ha estado.
Quizá lo que más me duele no sea
que no me estés imaginando,
sino que no estoy allí contigo.
Sonríes cuando el día está gris
y lo llenas de tu luz
mientras vistes de azul
y te fotografías en ese lugar concreto
donde hace años me imaginé junto a alguien.
No sé cómo lo haces
pero me duele tanto
que no puedo evitar llorar.
Me estás llenando de recuerdos
que no voy a poderte contar
por mucho que los guarde todos en una cajita
o los apunte para no olvidarlos.
Me estás llenando de recuerdos
y mi niña pequeña te quiere besar,
aunque no busques mi casa amarilla
ni el unicornio de la fachada,
ni me preguntes,
ni te molestes en preguntar.
Me estás llenando de recuerdos
y nunca antes me dolieron tanto unas fotografías,
que no te estoy haciendo,
en el corazón.
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