Tres vidas.

Algunas noches deseo olvidarte
con todas las fuerzas del mundo,
pero se me acomoda entre costilla
y costilla un recuerdo de tus labios.

Sueño despierta que me quedo dormida
en tus mejillas, en tu barba de días
que es el jardín sobre el que quiero rodar
hasta sentirme desnuda.

Sueño también que te veo,
pero no te veo nunca;
y nunca te vas cuando cierro los ojos,
cuando se abrazan mis párpados.

Recuerdo la última vez que te vi,
como si fuese ahora mismo;
recuerdo verte bailar, feliz, y en ese momento
yo no dejaba de preguntarme
cómo sería bailar a tu lado.

Me preguntaba si al llegar a casa
te desabrocharías primero la
camisa o te quitarías los zapatos;
y si tendrías a alguien anclado
entre los ojos.

A qué te sabrían los labios y por qué el tiempo
no se para durante horas o años
cuando nos abrazamos.

Te reías delante de mis ojos
con la calma y dulzura de un bebé
cuando ve el mundo.

Y me mostrabas esa sonrisa amplia
que me incendia los bosques,
me remueve las aguas
y me acerca al abismo que conduce
a tus manos.

Qué sería poder mirarte
durante horas sin descansos.

Cómo latirá tu pecho
cuando estás nervioso,
cuando estás cansado.

Porque me ha costado media vida
atarte a mis mejillas
y ahora me costará tres vidas
borrarte de mis ojos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.