Por dónde comienza el olvido.
Yo era muy joven
y aún así te quería,
aunque supiera que te reirías
al saber lo que había detrás de mí.
De mis gestos inocentes y nerviosos,
de mis santas manos, de mi vientre frágil,
de mis párpados sumisos.
Yo era muy joven y aún así te quería,
así sin saber todavía siquiera
lo que significaba el amor.
Imaginaba tus besos en los labios de otras
y no lloraba, no;
pero mi corazón se partía en trozos
de diminuto diámetro.
Imaginaba las huellas de tus dedos,
las sombras de tus manos
en otros cuerpos y no lloraba, no;
pero la tristeza llamaba a mi puerta
y se tumbaba conmigo.
Y esperábamos, a verte,
como si aquello fuera fácil.
Y de verdad sí lo era,
y qué difícil lo hacíamos.
Yo era muy joven y te quería,
no sé por qué a ti pero sí por qué motivo;
supongo que me eclipsaste en un palacio a oscuras
y unos focos de colores a tu lado.
Con una luz amarilla entre las manos,
con un calor de verano en mis mejillas
al acercarme tus besos.
Un oasis en la tripa. Eso fuiste,
y nada fuimos.
Reinaste mi ombligo,
poblaste mis costillas y con la magia
del mago que no necesita trucos
arraigaste mi pecho,
cubriéndolo también de espinas.
Qué fácil debió ser no ser consciente
de que a la vez que me creías el pecho
me rompías el corazón haciéndolo arenilla.
Fue extraño.
Pero aún quería ir a la escena de mi propio crimen,
a verme en el reflejo de tus ojos junto a todos mis
fantasmas.
A ver en tu boca suspiros que no llevaban mi nombre;
ni siquiera lo pronunciaban.
Yo era muy joven y te quería;
y te habría querido aunque me partiese un rayo,
aunque me quedase ciega,
porque aún así te podría haber tocado con mis manos
y me seguirías pareciendo historia.
Yo era muy joven y no sabía grandes cosas,
pero a ti quería besarte por vez primera.
Y soñaba con tenerte cerca
mientras tú te esfumabas como el humo
de tus cigarros.
Por ello necesité olvidarte.
Y aún no te he olvidado.
Porque yo era muy joven
y no sabía grandes cosas;
y esa es una de ellas...
Por dónde comienza el olvido.
y aún así te quería,
aunque supiera que te reirías
al saber lo que había detrás de mí.
De mis gestos inocentes y nerviosos,
de mis santas manos, de mi vientre frágil,
de mis párpados sumisos.
Yo era muy joven y aún así te quería,
así sin saber todavía siquiera
lo que significaba el amor.
Imaginaba tus besos en los labios de otras
y no lloraba, no;
pero mi corazón se partía en trozos
de diminuto diámetro.
Imaginaba las huellas de tus dedos,
las sombras de tus manos
en otros cuerpos y no lloraba, no;
pero la tristeza llamaba a mi puerta
y se tumbaba conmigo.
Y esperábamos, a verte,
como si aquello fuera fácil.
Y de verdad sí lo era,
y qué difícil lo hacíamos.
Yo era muy joven y te quería,
no sé por qué a ti pero sí por qué motivo;
supongo que me eclipsaste en un palacio a oscuras
y unos focos de colores a tu lado.
Con una luz amarilla entre las manos,
con un calor de verano en mis mejillas
al acercarme tus besos.
Un oasis en la tripa. Eso fuiste,
y nada fuimos.
Reinaste mi ombligo,
poblaste mis costillas y con la magia
del mago que no necesita trucos
arraigaste mi pecho,
cubriéndolo también de espinas.
Qué fácil debió ser no ser consciente
de que a la vez que me creías el pecho
me rompías el corazón haciéndolo arenilla.
Fue extraño.
Pero aún quería ir a la escena de mi propio crimen,
a verme en el reflejo de tus ojos junto a todos mis
fantasmas.
A ver en tu boca suspiros que no llevaban mi nombre;
ni siquiera lo pronunciaban.
Yo era muy joven y te quería;
y te habría querido aunque me partiese un rayo,
aunque me quedase ciega,
porque aún así te podría haber tocado con mis manos
y me seguirías pareciendo historia.
Yo era muy joven y no sabía grandes cosas,
pero a ti quería besarte por vez primera.
Y soñaba con tenerte cerca
mientras tú te esfumabas como el humo
de tus cigarros.
Por ello necesité olvidarte.
Y aún no te he olvidado.
Porque yo era muy joven
y no sabía grandes cosas;
y esa es una de ellas...
Por dónde comienza el olvido.
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