Cosas que nunca te dije.

"Hay que saber cuándo buscar y cuándo dejar que te busquen. 
Y en ese momento, cuando dejas que te busquen, 
te das cuenta de si debes seguir haciéndolo o no. 
Y tú no me buscas,  pero nunca aprendo. 
Contigo no."

Tantas son las cosas que nunca te dije
que no sé por dónde empezar a romperme
para contarte todo lo que te quiero decir.

Una vez me imaginé siendo diminuta y colándome
entre el pequeño espacio existente entre tus paletas,
creyendo que posaba para una foto en un
monumento famoso que más tarde enmarcaría
en la pared de mi habitación y que no tendría nada
que envidiarle ni a la Torre Eiffel ni al Coliseo.

Porque jamás habría posado tan sonriente
como me imaginé aquella vez entre tus dientes.

No siempre saber que te escriben
acaba contigo lanzándote a sus brazos.
Eso lo comprendí el día que te lo dije y preferiste
no responder, como si mis palabras hubieran sido
una hoja diminuta en un día de mucho viento.

Por suerte o por desgracia, no sé cómo acabará
todo esto. Supongo que depende de si vuelves
o te marchas.

Me pediría ser tren si pudiera pedir ser algo
en esta vida para ir y venir de tu vida
y dejarte tirado en la primera estación
para en la última pasar a por ti.

Para recogerte y quererte. Porque a mí también
me gusta jugar a las idas y venidas... Como tú.

Porque preferiría que me mataras a bailar
aunque estuvieras sordo de un pie,
me pisaras hasta hacerme heridas,
aunque suelas decir que no sabes hacerlo.

Porque una mañana deseé que hubieras estado ahí.
Que ojalá hubieras sido tú, ojalá me hubieras estado
esperando a mí porque me habría lanzado a tus brazos
sin previos avisos ni lazos. Me habría lanzado a quererte
como quien se lanza a un precipicio temiendo a la muerte.

Porque aquella mañana todos se reencontraban con alguien,
todos reían, compartían caricias y besos. Y yo, en cambio,
me despedía de ti con ayuda de un pañuelo.

El viento azotaba con fuerza y el desconocido de la esquina
no comprendía por qué le miraba tanto sin conocerle,
me habría hecho falta un café, un caja entera de pañuelos
y un corazón nuevo para contarle que aquellos ojos
cafeína me habían recordado a los tuyos... Y en el fondo, a ti.

Porque a veces se llora en lugares de los que no eres,
en hombros que no te han visto crecer y en personas
sin ser tu mismo y que no son tú.

Porque no me avisaste de que tu nombre era una bomba
de relojería y que estaba activada en mi corazón.
Escucharlo en otros labios fue el sol en un campo de girasoles,
todos se giraron, el tiempo corría por el campo zigzagueando
los tallos, escondiéndose entre las sombras. Me olvidé de lo que
había estudiado sobre desactivar bombas y recordaba cuál era tu
color favorito, pero no de qué color debía ser el cable que
desactivara tu bomba.

Y explotó, y exploté. Escuchar tu nombre en otros labios
me aceleró el corazón. Fue como activar una granada
y en cadena un campo de dinamita.

Aquella noche en tu cielo se vieron fuegos artificiales,
la gente reía, pero era yo. Era yo quien lloraba por
todas las cosas que nunca te dije.



Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.