Como si fueras a venir.

Con el paso de los años me he dado cuenta
de que hay personas que no son horas,
ni tampoco días por mucho que queramos.

Solía confundirme con los días
por bailar sobre las hojas del calendario.
Solía llevar la cuenta,
seguir la cuenta atrás hasta ti porque eras día,
y pensaba que ibas a venir.

Pensaba que de alguna manera vendrías a mí.
Pensaba que ese día, por ser tú, aparecerías.
Hoy es tu día, hoy eres tú, y sé que no vas a venir.

Te anclé a una hora tanto de mañana como de madrugada,
te anclé a ella e incluso paré mi reloj en ese instante cuando murió
para que te quedaras para siempre a mi lado.

Pero no eres ninguna hora, ni siquiera fecha.
Las horas son horas; las fechas, simples fechas.
Tú no tienes nada que ver con ellas.

Si has aparecido otras veces, sólo fue casualidad.
Y benditas las casualidades, sí... Y qué jodidas también.

Me estás inflando el corazón y de un momento a otro siento que va a explotar,
y lo va a ensuciar todo de amor. Del que lleva tu nombre en mayúsculas,
aunque tú no lo sepas.

¿Cuántos días de la misma cifra deben pasar para que deje de escribirte?
¿Cuántos para que deje de pensarte?
¿Cuántos para que ya no seas tú?

Aún sigo mirando los días y las horas...
y durante un segundo se me iluminan los ojos y me palpita de más el corazón,
como si fueras a venir.

Yo ya no puedo hacer más si tu más me resta.
¿Acaso piensas restarme hasta volverme número negativo?
Tú me restas y yo te sumo,
porque no sé restarte de mí.

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