Aprendiendo.

Parece que me va a llover encima
y él no me va a decir te quiero.

Le he visto bailar entre mis dedos
sin saber, con torpeza,
mientras el mundo le ponía la
zancadilla y caía en mis manos.

Ojalá esté siempre cayendo
siempre y cuando yo,
pueda evitar que se haga daño.

Aprendí que caemos para aprender
a levantarnos.

Y por eso, vamos a pasarnos
la vida aprendiendo a cómo caer
el uno en el otro sin hacerse daño.

Aprendiendo a cómo besarnos
sin rozar nuestros labios,
a tocarnos las manos mientras
estamos lejos.

Aprendiendo a contarle
sin abrir los labios,
sin decirle nada...
Sólo con la mirada desde la distancia,
desde la música que proviene de su boca
y de sus manos... Aquella que me roza
y me calma, aquella que sueña
con que mi corazón sea diana,
para clavarme en el centro todos sus dardos.

Aprendiendo a no querer contarle
que no hay sueño en el que no aparezca,
ni día en el que no le recuerde,
ni vida en la que no le quiera.

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